Un triunfo y su contexto

La fábrica de humo

Miguel Ángel Chazarri 23/04/2017

El Betis es un club tendente a la algarabía. A la algarabía sin motivo alguno, que es lo perjudicial. En el momento que se gana un partido o un futbolista da un buen pase, queda decretado el estado de éxtasis. No digamos cuando llega el segundo triunfo, como ahora. A más de uno lo tendrán que agarrar para que no vaya a la Plaza Nueva a celebrarlo. Tal identidad festiva se remonta al principio de los tiempos. Forma parte de la idiosincrasia. Es así, qué se le va a hacer. Afortunadamente, a golpe de decepción, va creciendo el número de aficionados críticos que censuran temporada tras temporada el pobre trabajo realizado. Les animo a que sigan así, creo que es lo más positivo para el club. Lo otro se llama indolencia, excusas, mediocridad... Tres lacras muy presentes en esta ciudad.

Introduzco estas líneas al hilo del partido jugado en Balaídos. Buen triunfo, tres puntos más y pare usted el carro de las buenas valoraciones. Porque cuando un rival no tiene ganas de jugar y su cabeza está en otro sitio, cuando la segunda unidad de su plantilla no le da para mucho y actúa con desgana, es normal que caiga el triunfo. La lección de la victoria es analizar en profunidad el contexto de la misma. Realmente, ha caído del cielo porque el reino del rival ya no es de este mundo. Da igual el aseado partido de Mandi, el golazo de Brasanac, el dominio abrumador en los primeros minutos... Todo sigue, o debería seguir, exactamente en el mismo punto. Es decir, Víctor, que como esta vez no se atrevió a hacer cambios defensivos lo dejó todo igual hasta el minuto 80, debe marcharse a la conclusión de la temporada. Y la plantilla es de escasísimo valor. Urge mano habilidosa para regenerarla por completo. Sobre la base de un triunfo, toda conclusión que no vaya en esta línea me parece un grave error. Me temo que he llegado tarde. Más de uno ya ha salido corriendo para la Plaza Nueva.