Caso Rubiales: de cabeza al charco

Vía de Escape

Paco Cepeda 23/08/2023

Unos tipos vetados por Sevilla y Betis en diferentes etapas, que perdieron algunos contratos interesantes por decir su verdad en colisión con los intereses de la mayor anunciante de Andalucía y con esta relación tan extraña de amor-odio con sus usuarios, saben cuando van directos al charco. Hablar del caso Rubiales en estos tiempos, si no vas en la dirección señalada sin apartarte ni medio milímetro, es el camino más corto al descrédito unánime. Pero no dejamos la carrera de derecho, o ellas nos dejó, para guardar en el fondo del alma, con el dolor de estómago que da eso, la consideración que estime en conciencia sobre una tema deportivo de tanta repercusión y calado, por lo que está en juego a muchos niveles. Desde que Luis Rubiales era capitán de un Levante de dudosa moralidad deportiva (dudosa serán otras), confirmado por el paso por la AFE y ratificado en la Federación con su proceder de reyezuelo amigo de sus amigos, y sus amigas, este señor, amparado por el Partido Socialista de Pedro Sánchez hasta lo insostenible, no debió nunca tener cargo alguno de responsabilidad. Lo sabe cualquiera que se haya tomado una tostada una vez con un golfo. Y resulta chocante que como con Alfonso Capone, al final le cueste el imperio su particular declaración de la renta, con centenares de cadávares en el armario. Rubiales no ha matado a nadie, ni tiene problemas con Hacienda, pensamos, pero va a salir escopeteado por uno de sus errores menos peligrosos para la sociedad en su conjunto, sin que la última de sus barrabasadas sea de orden menor ni una chiquillada.

Pero el lío me asalta cuando escucho al catedrático de derecho penal que habla en la Cope. Vaya bicharraco en el mejor sentido de la palabra. No se puede aclarar mejor un tema. Y tras escucharle me queda claro que lo de Rubiales, penalmente, en la interpretación ideologizada actual, es presunta violencia sexual con todas sus letras y no tiene consecuencias de cárcel, sin antecedentes, pero te quedas rozando el palo. Y pasa de ser un seguro zoquete machista a un proyecto de delincuente porque el beso robado es en la boca. Si le come el cuello con los ojos vueltos, es otra cosa, menos grave. Pero fíjate que la boca es línea roja si hay contacto. La intención no cuenta. Debo ser uno de los pocos que no advierten en el macromachismo de Rubiales, con agravante de superioridad en el cargo, ningún atisbo de lascivia ni intención sexual alguna. Pero como lo veo así, como no veo por ningun lado que ese comportamiento intolerable sexista sea de índole sexual, me quedo tranquilo más tranquilo si lo digo, aunque ya sé que voy al infierno del pensamiento único subvencionado, descalificado en el campeonato mundial del que mejor entiende la reinvindicación (justísima por otro lado) de género. Pues yo te creo, hermana, ni siquiera necesito que Jenny Hermoso nos ofrezca alguna vez cómo recibió ella esa agresión a su intimidad. No tiene porqué hacerlo, es además víctima de una tormenta que no es agradable ni teniendo la razón y el agravio metido en el cuerpo. Pero para poder seguir con lo mío con mis hijas, eso que se llama educación, para seguir sabiendo lo que es una cosa u otra en mi fuera interno, quizá poco instruido en materia de género, necesito tener mucho más claro lo que pasa cuando un becerro, o una becerra, hacen lo que yo vi hacer a Rubiales. No hay margen para la dimisión, debe ser destituido, pero yo, por eso, no lo voy a tildar de agresor sexual, o sí, si así me obliga la ley, pero en mi cabeza la cosa no queda nada clara por el tema de la intencionalidad de esa acción.  

Para mí, esto de Rubiales, es un flagante episodio de machismo agravado por superioridad y hasta por publicidad que debe ser fuertamente sancionado. Pero violencia sexual... Pero esta es mi visión, ¿cómo lo ve usted?