Ir al Sánchez-Pizjuán

La fábrica de humo

Miguel Ángel Chazarri 14/06/2022

Hablando del Sevilla, los dstos conocidos gracias a Palco 23 sobre la asistencia media a los campos no me sorprende, la verdad. Voy al estadio. Tengo ojos en la cara. Esta pasada campaña, el Sánchez-Pizjuán no ha sido lo mismo. Algo ha crujido. Motivos para la dimisión hay varios. Sinceramente, creo que el principal es que el juego ha sido insorportable. Quitando alguna ráfaga en algún partido, ver al equipo acumulando un tiro o dos por encuentro ha sido muy duro. Cuando se juega así, 90 minutos son una eternidad. El reloj no corre. Sales del campo cansado, deprimido, con chepa, canoso. Este Sevilla de Lopetegui ha quemado una barbaridad al personal y en la grada se ha notado, vaya si se ha notado. De verdad, estamos en el año 2022. Para ver esto, no merece la pena ir a un recinto incómodo, con frío, calor, lluvia, al que es difícil acceder... Ese rato futbolero que se comparte con amigos, familiares o solo se puede echar estupendamente de otra forma, en otro lugar. Y mejor.

Unamos esta realidad a la propia idiosincrasia de la grada sevillista. Es incondicional, sí, pero al mismo tiempo muy castigadora. En el momento que no se le ofrece un producto de calidad -es decir, resultados con un fútbol decente- coge sus bártulos y se va con la música a otra parte. ¿Quiénes se quedan? Los mismos 25.000 de siempre. Ahora que se habla mucho de la ampliación del Sánchez-Pizjuán, conviene tener en cuenta esta realidad. A mí no me preocuparía mucho el bajón de público, la verdad. Me centraría en el juego, imán de la alegría, sentido de este deporte, vía para ganar y ganar partidos. Ello urge mejorarlo, sin duda. Como primer paso, no estaría mal atacar con más de dos jugadores, por ejemplo. O salir con dos delanteros, pero de verdad, algún día.

En cuanto a la ampliación del Sánchez-Pizjuán... pues no sé. Tengo dudas. Veo bien mejorarlo, por supuesto, algo que ya se está haciendo, pero sin tocar el aforo. No es por nada, y aquí ya entramos en terrenos personales, sino porque como norma general a mí la gente no me sirve para nada. Como forma clara de diferenciarse del Betis -obligación de todo eterno rival que se precie y club que sí goza de una enorme facilidad para llegarle a los suyos gane, pierda o empate-, creo que el Sevilla debería hacer lo contrario: menos aforo, precios de carnet de élite y equipazo en la hierba. En los tiempos del todos, todas y todis, sé que nadie le pondrá este cascabel al gato, de ahí que la propuesta simplemente se quede como una idea un tanto radical de quien firma, como un rato de simpático debate entre usted y yo. Ahí la dejo.