Vitaminas para el domingo

La fábrica de humo

Miguel Ángel Chazarri 10/03/2023

Una victoria es oro y cuesta sangre en fútbol. Cuando se consigue, todo cambia. Todo el mundo es feliz, jugadores malísimos se convierten en una esperanza con piernas, se echan cuentas y se coge la calculadora, por supuesto pensando en las combinaciones soñadas, nada de augurios cenizos. No creo que el Sevilla haya llegado a tal estado de optimismo -repasen la primera parte-, pero por algo se empieza.

Digo que repasen la primera parte porque la misma fue una auténtica calamidad. Sampaoli volvió a confundiar al equipo, que es lo peor que se puede hacer cuando de calidad se va muy justo. Volvió a insistir en Telles como tercer central y sacó a Acuña de su posición, incrustándolo en el medocentro. Se perdieron dos posiciones: la de central, ésta irrecuperable hasta que vuelvan efectivos, y la de mediocentro, donde sí cabía algo de mejoría, tampoco mucha.

Fue salir Joan Jordán y la cosa cambió. El Fenerbahçe posiblemente se puso a mirar a la vuelta en Estmabul, donde a buen seguro el Sevilla sufrirá. Cuando se tiene poco o nada, no merece la pena inventar. Se trata de simplificar: un once razonable y todos en su sitio. El Sevilla ya llevó mucho mejor la segunda mitad. El Fenerbahçe apenas inquietó. La noche, de repente, cayó con un resultado nada definitivo, pero sí muy agradable, y que permite mirar al domingo de otro modo, que no es poco. Y con todos sanos, gracias a Dios.