Lopetegui, al habla desde Algorfa

La fábrica de humo

Miguel Ángel Chazarri 13/07/2021

Lopetegui, desde Algorfa, ha concedido una entrevista a los medios oficiales en la que habla sobre lo que más interesa: los fichajes. Hasta ahora, no hay nada. Dmitrovic y pare usted de contar. Y además se sabía desde hace mucho tiempo que venía, así que el efecto espumoso de todo fichaje quedó amortizado. Vi a Lopetegui comedido y tímidamente punzante, al mismo tiempo. Recordó la dificultad del reto que se avecina, el proyecto trazado desde hace años, la necesidad de ajustar puestos... y mostró su convicción en que al final todo fluirá de la mano de Monchi. Si esto se interpreta como apretar, pues vale. No me parece mal que lo haga aun en estas dificilísimas condiciones del mercado. Los entrenadores de élite se juegan mucho. Al cuarto partido, como no ganen, son señalados. Y al quinto van a la calle. Con la misma presión que se desata sobre ellos deben reclamar con coherencia un continuo enriquecemiento de la plantilla. Éste es el momento. Ahora, en verano. Luego no vale llorar. Un agradaor en el banquillo suele ser mal negocio, así que si Lopetegui tuerce el gesto y quiere más, que seguro que es así, bien por él.

Ocurre que Monchi quiere exactamente lo mismo que él. O más. Y Monchi no está en San Fernando tumbado en su sofá. Que yo sepa no se ha ido a un chiringuito gaditano a ver las puestas de sol, cuya caída aplauden desde hace algún tiempo los tontos, tontas y tontes. Al Sevilla le gustaría vender a Koundé, por su puesto que sí. Además lo necesita. Por 80 millones mejor que por 70. Y a De Jong. Y a Munir. Y espero que a Gudelj... Pero la pregunta es a quién. Se dice como lugar común que tras la Eurocopa se empezará a mover todo. Bueno, veremos. Ya han firmado el Atlético (Rodrigo De Paul, 35 millones) y el Villarreal (Mandi y un delantero, Boulaye, éste último por 15 millones... ) Al Sevilla aún no le toca y me da que Lopetegui, y yo también lo creo, ve que su buen equipo está más cogido con alfileres de lo que parece para la gran élite en la que se mueve con suma naturalidad. Por eso suelta, como el que no quiere la cosa, frases poco nocivas para quien las quiera recoger, al estilo de aquel agudo detective de Gila, que para poner nervioso al asesino soltaba a su lado un amenazante "alguien ha matado a alguien..."