Sobre el estado económico del Betis

La fábrica de humo

Miguel Ángel Chazarri 18/11/2022

El parón ha llegado y ya hemos entrado en una fase larga sin los partidos que más nos gustan. Amenizaremos los días con noticias. Y gordas. Prometido queda. La primera que ha caído con estruendo es la de los números del Betis, ciertamente negros. Para que vean la mentira que es esto... A Lopera, en buena ahora desalojado del poder, le afeaban con agresividad y golpes de pecho una ruina sin igual por 90 millones de euros, 45 con el concurso. El Betis galopa ahora hacia los 230 y reina una calma que, sinceramente, no me sorprende.

Ahora todo marcha tranquilo porque Ángel Haro y López Catalán no salen con estridencias. De hecho salen poco. No hay ruido, el Sevilla pierde y pierde... Y, por supuesto, manda Pellegrini, el factor diferencial. Con él, el bético acaba de celebrar un título, juega en Europa... Al aficionado no le interesan nada los números. De hecho el clima de una Junta siempre depende de los dos o tres resultados anteriores a la asamblea. Sé que es básico, pero es un estado de ánimo así de aplastante, así de rudimentario.

Claro que, cuando se pierde, todo salta. Entonces se argumenta que los malos resultados se deben a la ruina económica. Depende. Más bien, la ruina es un estado consustancial al fútbol. El fútbol es un extraño ecosistema en el que el dirigente pasa por tensiones, pero generalmente vive bien. El estado económico natural de los clubes es malvivir. A veces me da la impresión de que las gestiones consisten en un intercambio de billetes del Monopoly con otra sociedad igual de arruinada que la tuya. Y así, la bola de los millones engorda y engorda. Aconsejo que no se agobien demasiado con los pufos. Relativicen los agujeros negros y, eso sí, recen para que Pellegrini dure mucho. Y por supuesto tengan claro que el fútbol no es una empresa. Si así fuera, los que han generado esta deuda que crece y crece, ¿dónde estarían?