Selección igual a desazón
Esplendor en la Hierba
Javier González-Cotta 23/03/2023 |
Y de pronto, en mitad del calendario, el vacío, el hueco, la oquedad, el espacio en blanco, el interludio, la zona gris… Da igual cómo quieran llamarlo. No hay Liga este fin de semana. Obliga a ello el parón de las selecciones nacionales, ese tostón futbolístico en régimen de interinidad. No entiendo nada. Usted probablemente tampoco. Dígame si no. Acaba de entrar la primavera, con su resol y su floración, y resulta que el fútbol que yo quiero –y usted quiere– lo podan con motosierra cuando debiera seguir dando flores más que nunca, en festiva armonía con el azahar y con las florecillas rosáceas de los árboles de Judas, que son de los primeros en gustarse (véase en Sevilla la bellísima calle Río de la Plata en el Porvenir). Tristes y podados, así nos deja también la selección española, la que ahora dirige Luis de la Fuente, vieja estampa conocida, eso sí, en el álbum del tiempo de Nervión.
No hay Liga y esto es como volver al invierno, al ánimo bajo. No apetece hibernar ahora, cuando se otean doce jornadas que se antojan decisivas, sobre todo por la muy nutrida zona de cola y por la franja noble donde se expide el pasaporte para jugar a la trampa de la Champions. O sea, dícese donde el hábitat del Sevilla FC y donde el jacuzzi del Betis del gran Pellegrini.
La verdad es que se me había olvidado la última vez que no hubo Liga por culpa de los partidos de la selección española. Pero ya veo que mi desazón es diametralmente opuesta a la expectación de los otros. ¿Misantropía a lo Molière? Tal vez (y perdón si resulto pedante). En Málaga el personal se desvive cara al partido España-Noruega, valedero para la Eurocopa 2024. Las colas han rodeado La Rosaleda. Lo han hecho antes y después de conocerse la lesión de Haaland, la bestia nórdica, que no jugará. En Las Rozas hubo jornadas de puertas abiertas para ver el entrenamiento de la selección. Se llenó. Ilusionante, sí (¿?).
Si usted es sevillista, igual se consuela con la presencia de Bryan Gil. Y si vive en verde Heineken, pues puede que se distraiga viendo el debut de Borja Iglesias o repescando nostalgias con Fabián Ruiz. No será mi caso. El partido España-Noruega me causa la misma y nula excitación que la de aquel lejano amigo del colegio respecto a Novoa, José Manuel Díaz Novoa, aquel entrenador asturiano de antaño, cuando se hablaba de que podría ser el nuevo entrenador del Sevilla.
No esperaba uno esta orfandad de fines de marzo. No, no hay Liga. Llega la parada biológica justo cuando los unos están a la caza de la Real Sociedad y los otros en plan nueva terapia Mendilibar, a la sazón José Luis Mendilibar Etxebarria (con sus apellidos carlistas, como recuerda el agudo Lucas Haurie, o ese "entrenador de chándal y ambigú", como lo retrata el compañero Chazarri). En un mundo volátil, donde no hay certeza de nada (salvo que Tamames iba a perder la moción de censura y poco más), a mí sí me asiste una certidumbre añadida. Sé con absoluta seguridad que no veré el partido de La Rosaleda, salvo aceptable mamela al modo Enríquez Negreira. Todo lo más, si acaso, echaré una distraída mirada al otro partido del martes contra Escocia, pero sólo por ver el aroma a fútbol que se gasta sobre el pasto de Hampden Park, en la prosaica Glasgow, el templo del balompié nacional para los escoceses.
Duro, durísimo fin de semana el que se aviene. Vino la primavera, pero le faltan flores: no hay fútbol de Liga. En cambio, sí hay pregón de Semana Santa en los maitines del domingo. Cruel ironía. Uno se siente como lo dicho, en plan podado, sin fútbol, que es lo más parecido a un jardín sin flores. A cambio tendremos la florida labia del pregonero, se llame como se llame. Hay que joderse.
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