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La expulsión más tonta

Lucas Haurie
Lucas Haurie
19/10/2022

Tercer partido consecutivo fuera de casa en el que el Betis no conoce la victoria y termina en inferioridad numérica. La expulsión, esta vez, no influyó en el desarrollo del juego porque fue veinte segundos antes de que Mateu Lahoz decretase el final. Algo grave debió decir Sergio Canales –el acta no tarda en estar disponible en la web de la RFEF–, que se marchó cabizbajo y sin rechistar. Es falsamente angelical el formidable centrocampista santanderino porque se toma su trabajo con tal pasión, que a menudo discute con rivales y árbitros. Su aspecto de querubín y su simpatía fuera del campo esconden un lado oscuro que debe aprender a domeñar. Se perderá el partido contra el Atlético. Vaya faena. 

Error de cálculo. Confió Pellegrini en la calidad de sus atacantes, algo que suele rentar hasta que deja de hacerlo. En Cádiz, como contra el Almería, sabía el chileno que el intercambio de golpes le terminaría sonriendo, por valeroso que fuese el rival. Atacaron los locales todo lo que pudieron, Bravo y su falta de puntería los dejaron sin marcar: escenario perfecto para que el Betis, con la magia de los cambios, diese el golpe de gracia en el cuarto de hora final. No es que especulase el técnico chileno, es que la eficacia ofensiva de su equipo lo invitó a obrar en modo ahorro de energía. Y se le quedaron dos puntos en el camino.  

Dos equipos. Canales, que había encadenado ocho titularidades, Borja Iglesias, Luiz Felipe y Álex Moreno fueron los indiscutibles que comenzaron en el banquillo, más allá de que Rui Silva parece que será, hasta el Mundial, el portero de los fines de semana. Claudio Bravo juega en Europa y lo hizo en esta jornada de miércoles en la que volvió a evidenciarse que futbolistas como Miranda y Willian José están por debajo de su competencia directa, sin que ello signifique en absoluto que sean unos incompetentes. Es quimérico eso de que todos los jugadores de una plantilla son iguales. La mano de un gran entrenador se nota en que el equipo no se resiente cuando los eslabones a priori más débiles, como ocurrió en Cádiz con Edgar, vuelven al once.