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Al final del camino

Antonio Félix
Antonio Félix
06/03/2024

Miren el calendario. Resulta emocionante. El Betis tiene por delante partidos realmente bonitos. En el próximo mes y medio encuentra al Villarreal, al Girona, al Valencia, al Sevilla. Jornadas preciosas para el aficionado. Pero para jugarse qué. Con cuál fin. Esencialmente, proteger esa sexta plaza de la Liga que otorga la posibilidad de competir (perdón, no, el Betis es incapaz de eso), de jugar (conlleva disfrute, así que tampoco), en fin, de ir a un torneo, tal vez la Conference, con un poco de suerte la Europa League, que al equipo luego parece estorbarle. Pelín raro, ¿no?
 
En ese día de la marmota vive el pueblo bético. Para algunos con plácida resignación. Para otros con cierto pellizco de amargura. Son aquéllos en quienes hierve el veneno de sentir una nueva oportunidad perdida, el temor de que la mágica era de Manuel Pellegrini no esté llegando a su ocaso acumulando, al cabo, menos plata de la que hubiera debido. Salvo milagro en el que, ahora mismo, no confía bético alguno, el equipo va a quedarse otra vez sin probar el néctar de la Champions, sin apenas dar batalla en ese terreno a pesar de contar, sin mayor discusión, con el cuarto mejor plantel del campeonato. Más profundo que el del Athletic y, desde luego, más todo que el del Girona, los dos equipos a los que apenas divisa la matrícula. Al fin, el Betis se ve peleando por mantener la plaza contra la Real (un equipo sin el banquillo verde que, sin embargo, ha competido vibrantemente en todos los frentes hasta reventar), con el disminuido Valencia y el minúsculo pero alegre Las Palmas. ¿Como para tirar cohetes?
 
La égira de Pellegrini es tan alabada que tal vez nos cueste observar si realmente estamos al final de un camino. Al Ingeniero se le ve cómodo y feliz. Al club también. Pero probablemente ninguno olvide ese debate del adiós, que más pronto que tarde terminará precipitándose. Pellegrini no esconde a nadie su deseo de culminar su carrera cogiendo a la selección de su país, Chile, que le espera cuándo y cómo él quiera. Y el Betis ha de plantearse si en este ciclo el entrenador ya es incapaz de superar su techo, fijado el año de la clasificación UEFA y la alzada de la Copa. Sucede, además, en un periodo de transición, en el que el Betis se va deshaciendo de futbolistas maravillosos, auténticos clases A, con los que ha tenido la destreza y fortuna de contar. Algunos a los que ya ha despachado, como Canales, y otros a los que parece que pronto hará: Fekir, Guido y William Carvalho. En su lugar, van llegando notables peloteros que, sin embargo, difícilmente alcanzarán tal nivel de excelencia. Lo vimos frente al Atlético, en el que bastaron Guido y Willy para convertir a un despojo en un tifón. Signos de un tiempo que, habiendo sido tan bueno, tal vez debiera haberlo sido mejor. Y que ahora ya vamos añorando mientras corren los finos aires del cambio.