muchodeporte.com Real Betis Balompié

El derbi de Isco e Isaac

Antonio Félix
Antonio Félix
24/04/2024

En su aspecto general, no hay mucho que decir del derbi porque ya lo ha dicho todo don Joaquín Caparrós. Así que no perdamos tiempo ahí y vayamos al detalle, caracterizado en los dos fenómenos que prometen marcar el devenir de lo que suceda el domingo en Heliópolis: el señor Isco Alarcón, en el lado verde, y el joven Isaac Romero, en el rojo.

Es difícil jugar mejor al fútbol que como lo está haciendo Isco, y quién iba a decir que hoy estaríamos firmando esto. Porque hace un año no más, éramos muchos los que considerábamos al malagueño como un futbolista inhábil ya para la alta competición. Lo asombroso de su prodigio es, pues, lo sorprendente. Isco se ha resucitado de entre los muertos cuando nadie daba por él ni un céntimo, el Unión Berlín, sin ir más lejos. En su caso podría hablarse, y de hecho se habla mucho, de la importancia del ambiente en la ascensión de un futbolista. El rendimiento en un clima degradado y hostil respecto a otro relajado y frugal. Esto viene de recordar el fichaje de Isco por el Sevilla como solución de emergencia que el mítico Monchi ideó antes de culminar su proeza con Dolberg y Januzaj. Normal que casi salieran a hostias. Pero, siendo relevante, el clima no debe opacar el mérito privado de Isco, su enorme trabajo para recuperar una condición atlética exuberante, y que tan fuera de su alcance parecía, y su enérgica voluntad por redimirse como futbolista, por honrar a su profesión, en lugar de arrojarse en los áureos y obscenos brazos del fútbol semiprofesional de Estados Unidos, Emiratos y allá. Bravo por él, sí señor.

Mas si la incidencia de Isco en el Betis es brutal, la de Isaac Romero en el Sevilla es absoluta. Es difícil recordar un impacto como el del joven delantero, autor principalísimo (pónganle luego los secundarios que deseen: Nyland, En-Nesyri, Ramos… y Quique Flores) de la salvación del equipo de Nervión. Sólo por eso merece ya la devoción que la grada le profesa con un cántico maravilloso y que en ciertos foros se le discute por un catetismo rancio que, realmente, se hace desesperante. ¡Claro que hay que echar las campanas al vuelo con Isaac! ¿Acaso vieron antes a otro hacer algo así? Sus fallos en el remate en los últimos duelos, cosas de la juventud, la presión, el agotamiento y las rachas de los delanteros, han provocado un aluvión de tonterías en torno al mayor prodigio que ha dado en los últimos años una casa que cuenta como estandartes a Jesús Navas y Sergio Ramos. Isaac ha de transitar por ese camino. O, al menos, se ha merecido que le den esa oportunidad. Sería una majaretada que el Sevilla mercadee con una cláusula de 20 millones por este chaval, del que podrían alabarse muchas cualidades, aunque ninguna como ésta: hace mejores a todos los que le rodean. Da gusto jugar al lado de Isaac, como podría profetizar En-Nesyri, un cadáver andante antes de que la irrupción de su amigo le convirtiera de nuevo en un goleador desbocado. Ahí está el negocio del Sevilla. Por ponerle un pero, a Isaac le falta algo de cuajo en la élite, cosa que se le ha advertido en algún escenario de campanillas, alejado del calor de su casa en Nervión. En el Villamarín tiene la oportunidad de progresar en esa suerte, para que pase lo que tanto pasa como dice Caparrós.