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Gloria (mucha) y miseria (ninguna) de la Conference League

Lucas Haurie
Lucas Haurie
21/05/2024

La cuarta clasificación europea consecutiva del Betis, decimoquinta desde la participación en la Copa de Ferias de 1964, constituye a la vez un éxito y un fracaso, sin que esta dicotomía deba mitigar un ápice la ilusión por lustrar el palmarés en la próxima Conference League, que empezará con una ronda previa, la consabida eliminatoria-trampa, el 22 de agosto. Empecemos por explicar las dos palabras rotundas de la frase anterior. Es un éxito de proporciones épicas hollar tierra transpirenaica por cuarto año consecutivo; y es un notable fracaso haber dimitido de la pelea por la quinta plaza (no digamos ya de la cuarta) antes de Nochevieja e incluso antes del puente de la Purísima, por no mencionar el esperpéntico periplo continental.

La incidencia de Manuel Pellegrini en el devenir histórico del club ha sido sustancial. El chileno ha propiciado picos de rendimiento altísimos sin que su resaca, como era acendrada tradición bética, zozobrase a la entidad hasta el mismo borde del batacazo o más allá. Esa regularidad en la elite se mide en la mueca de desagrado que algún aficionado dibuja en su rostro tras ser séptimo en esta Liga, benditos sean los inconformistas, pero la ambición legítima no debe cruzar nunca la linde del papanatismo. ¿Avergonzarse por jugar la Conference League? Lo que habría dado por clasificarse el Villarreal con su Pichichi vikingo, su pedazo de Marcelino, su puñado de jugadores talentosos, su semifinal de la Champions de ayer y su título de la Europa League de antier… 

Se pueden, se deben, poner no obstante pegas a la temporada. Para empezar, será la de peor clasificación y puntuación de la era Pellegrini, aunque la merma sea tan leve que casi ni merezca la pena detenerse en ella. En términos absolutos, digo, porque en la escala relativa liguera, esta versión 23/24 del Betis (pese al liderazgo de Pellegrini, al genio de Isco y a veintitantos millones invertidos en enero) ha batido por un suspiro a un Villarreal de tres entrenadores y al Valencia del Pipo y sus chavales, fue noqueado por la Real Sociedad en el duelo singular por el sexto puesto (con bajas en ambos bandos, ojo: ni Le Normand ni Zubimnedi ni Kubo pudieron jugar el domingo) y no ha olido al Athletic, que se entretenía en ganar la Copa mientras le sacada un cerro de puntos a los que se rendían casi sin batallar en dieciseisavos contra el Alavés.