En el drama shakesperiano por antonomasia, Hamlet expira proclamando que “el resto es silencio”. Quién sabe el sentido que el Bardo quiso conferir a las enigmáticas palabras del príncipe danés, puede que un anticipo de las tinieblas que siguen a la muerte o puede que una conminación a buscar la verdad que se esconde detrás del relato, en los que las pasiones e intereses humanos a menudo disipan los hechos hasta desvanecerlos. Ruido se llama en semiótica a todo elemento que parasita una comunicación y justamente eso, mucho silencio y muy poco ruido, dejó el histórico derbi que reanudó la Liga en Sánchez-Pizjuán después de tres meses de parón. Se abre, o sea, el abismo de la eternidad para la etapa de Rubi, fracasado ya sin remisión, en el Betis y fue posible contemplar el partido en su esencia, sin la interferencia del jaleo acostumbrado, un encuentro en el que el Sevilla ganó con justicia (abundaremos, no obstante, sobre la jugada del 1-0).
Con o sin público, en cualquier caso, lo sustancial en el fútbol en lo que sucede en el rectángulo verde. Por más que los prolegómenos fuesen desangelados y aunque queramos ver cierta falta de intensidad en los esfuerzos, la realidad es que los espectadores son el decorado: una parte del espectáculo, e importante si se quiere, pero sin excesiva influencia en la potencia del agudo de la soprano ni en los gallos que pueda soltar el barítono. La confrontación deportiva, o sea, fue como cualquier otra y quedó patente desde el inicio que Lopetegui quiso dominar a su rival y que Rubi se acorazó para encomendarse a una contra de un póquer de atacantes con mucha pólvora: Canales, Tello, Fekir y Borja Iglesias (más Joaquín y Loren como amenazantes recambios).
En la primera parte, embellecida por el versallesco gesto de sumar al homenaje a Puerta (min. 16) un recuerdo a Miqui Roqué (min. 26), fueron mejores los locales casi por incomparecencia de los visitantes, que se fueron al camerino sin verle la cara a Vaclik y apenas un par de intentonas a cámara lenta de Fekir por todo bagaje ofensivo. Al Sevilla, le habría cabida aquel “decíamos ayer” de Fray Luis al volver a clase tras una larga estancia en prisión: nada ha cambiado en tres meses de parón, ¿cómo habría sido posible si son los mismos? Narcotizan los partidos los chicos de Julen a la espera de cazar un gol furtivo. Un zambombazo de Ocampos que repelió la cruceta, un remate franco de Koundé a la salida de un córner, un remate de De Jong que lamió el palo… poca cosa, en realidad, pero que sería suficiente con un delantero de tronío. Otra temporada será.
La primera ocasión propiamente dicha del partido llegó nada comenzar la segunda parte, tras incurrir Navas y fallar lastimosamente Jordán en boca de gol. Feddal había suplido a Sidnei en el descanso y aún no había ajustado las marcas con Álex Moreno, lo que dejó el pasillo expedito al capitán sevillista. Merodeaba más de la cuenta el Sevilla en el arranque y, tras un par de barullos peligrosos, pitó Mateu un penalti raro. Raro en directo y raro con VAR. Lo que no es raro es que Mateu quiera más protagonismo de la cuenta. En fin. Gol de Ocampos desde los once metros, merecido por lo que dictaba el fútbol y más que discutible por el silbatazo del árbitro.
Vale también para el Betis la apelación de fraile agustino a la inmutabilidad, pues también adolece en junio de idénticos defectos a los que lo lastraban en marzo. Singularmente, su tendencia suicida en cuanto se ve en desventaja. Sufren unos minutos de barrena los verdiblancos cuando encajan y tal cosa aprovechó Fernando para remachar una segunda jugada a la salida de un córner. Dos balones colgados habían sentenciado un duelo que se habría revitalizado de haber acertado Borja Iglesias con la portería al cabecear un centro desde la izquierda. Pifió el gallego y fue lo último que hizo, pues enseguida lo suplió Loren. Es increíble que Rubi siga sin apostar decididamente por su mejor delantero. El hombre de los treinta millones dilapidó la única esperanza de puntuar de un equipo al revitalizó Joaquín en el tramo final o, más bien, al que permitió un Sevilla muy seguro de su solvencia defensiva marear la perdiz hasta que la noche entró definitivamente en los libros de historia. Diecisiete puntos separan a los adversarios vecinales. Sideral o no, es mucha diferencia.
Sevilla FC (2): Vaclík, Jesús Navas, Koundé, Diego Carlos, Reguilón (Escudero, minuto 80), Joan Jordán, Fernando, Óliver Torres (‘Mudo’ Vázquez, minuto 80), Ocampos (Banega, minuto 70), Munir (Suso, minuto 74) y De Jong (En-Nesyri, minuto 70).
Real Betis (0): Joel Robles, Emerson, Sidnei (Feddal, minuto 46), Bartra, Álex Moreno (Pedraza, minuto 77), Guido, Aleñá (Joaquín, minuto 69), Canales, Tello (Lainez, minuto 60), Fekir y Borja Iglesias (Loren, minuto 69).
Goles: 1-0, minuto 55: Ocampos, de penalti. 2-0, minuto 61: Fernando.
Árbitro: Mateu Lahoz, valenciano. Amarillas para Emerson y Bartra.
De lo mejorcito en un día para condenar a galeras a casi todos.
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