2-3: Ruinazo gordo

Lucas Haurie
Lucas Haurie
12/01/2024

Con algunas semanas de retraso, quizá por deficiente interpretación de las señales que provocaban un diagnóstico demasiado optimista, ahora sí debe quedar constancia en esta crónica del temor fundado a un descenso del Sevilla. Los motivos de tan rotunda afirmación serán múltiples, posiblemente, aunque reducibles a dos: el equipo encaja goles con suma facilidad y apenas si los marca. En todas las demás facetas, qué tontería, se comportó de forma parecida a otro inquilino de la zona baja como el Alavés. Sin embargo, cerca de las porterías se desatan todas las calamidades. Con un portero transparente, una defensa espantosa y una delantera pésima… ya me contarán.

Tiene su complicación explicar lo que pasó en la primera parte de este encuentro, ya que el Sevilla se desplegó mandón en el primer cuarto de hora e incluso un punto brillante. Seguramente, porque el Alavés era una colección de futbolistas acomplejados sin más recurso que despejar hacia arriba. O, quizá, porque se asustaron los vitorianos cuando Navas sacó astillas de la cruceta con un zambombazo al minuto de juego. Por lo que sea, pero durante un ratito, con el novel Isaac Romero queriendo comerse el césped como corresponde a un debutante, muchos soñaron con vivir una noche más o menos agradable. Vana ilusión.

Los equipos que amenazan derrumbe, como este Sevilla, sufren una debilidad endémica, insondable, paralizante. No es exactamente mala suerte, sino que hacen mal muchas cosas. Por ejemplo, defender un córner. Apenas había traspasado el centro del campo el Alavés hasta el minuto 25. Ocampos pifió el despeje franco del saque de esquina mal sacado y Tenaglia, que pasaba por allí, fusiló el 0-1. Fue sólo un gol, que no es gran caso, pero para los chicos de Quique Flores se convirtió en un Everest. Una pléyade de fantasmas comenzó a sobrevolar Nervión y el partido entró en una fase anodina, que era justo lo que querían los forasteros.

En el tramo final del primer tiempo, cuando la impaciencia asomaba ya, se desató el esperpento. Kike Salas y Óliver Torres quedaron lesionados en la misma jugada, Quique Flores no quiso precipitarse con el cambio, el canterano (central estimable y hoy lateral de cartón-piedra) defendió a la pata coja, cayó el balón suelto en el área y remató Kike García sin precisión ni suerte, con tanta fortuna que un rebote propició una parábola imposible para Dmitrovic. Nótese el uso de la preposición “para”. El gol fue, en efecto, imparable… para la versión de Dmitrovic que sufre el Sevilla desde hace unos meses. Otro portero, digamos normalito, nunca habría encajado ese gol. Se resarció el serbio, de alguna manera, evitando el tercero de los albiazules al borde del descanso. Justo es decirlo, sí, como obligatorio es consignar que es complicado que algo bueno pase con una meta tan mal guardada. 

Mariano y Rafa Mir salieron para conformar una doble punta que, sobre el papel, era más irritante que otra cosa. Porque se puede perder, faltaría más, y se puede soportar a jugadores en pésimo estado de forma como los sustituidos Rakitic y Soumaré. Ciertas presencias, no obstante, abundan en la impresión de que la camiseta del Sevilla, hoy en día, se la pone cualquiera que pase por ahí. Pese a que aparecieron en las jugadas de los goles locales, en primera instancia, sus salidas y la de Sow, lejos de infundir alguna mejoría dio paso a unos minutos de caos en los que Luis Rioja rozó el gol tras sentar con sendos recortes a los dos centrales sevillistas, el avejentado Sergio Ramos y el orondo Marcao: defienden menos que el ejército de Andorra y esta vez los acompañó en el desastre un irreconocible Pedrosa.

Con más de veinte minutos por delante, tras una estampida del recién ingresado Juanlu, Suso metió un balón insidioso desde la derecha y Rafa Mir la mandó a la red con el pecho, un recurso mediante el que ya marcó la temporada pasada. No había tantas esperanzas en el fútbol que podía desplegar el Sevilla como en los nervios que podían atenazar al Alavés, que invitó a su anfitrión al asedio con el paso atrás que dio. Ocampos empató gracias a un penalti muy de VAR, ni justo ni injusto, que provocó Mariano y algún iluso hubo que pensó que se venía una remontada épica. Nada de eso: el cáliz hubo de apurarse hasta las heces con el enésimo regalo en la estrategia, dos toques de cabeza en el área para que Duarte anotase el definitivo 2-3.

Ficha técnica:

Sevilla FC (2): Dmitrovic, Jesús Navas (Juanlu, minuto 69), Sergio Ramos, Marcao, Kike Salas (Pedrosa, minuto 41), Soumaré (Sow, minuto 55), Rakitic (Mariano, minuto 55), Óliver, Suso, Ocampos e Isaac Romero (Rafa Mir, minuto 55).

Deportivo Alavés (3): Sivera, Gorosabel, Tenaglia, Rafa Marín, Javi López, Guevara (Blanco, minuto 92), Benavidez, Guridi (Duarte, minuto 75), Carlos Vicente (Parada, minuto 92), Luis Rioja (Sola, minuto 75) y Kike García (Samu, minuto 71).

Goles: 0-1, minuto 26: Tenaglia. 0-2, minuto 40: Kike García. 1-2, minuto 69: Rafa Mir. 2-2, minuto 82: Ocampos, de penalti. 2-3, minuto 90: Duarte.

Árbitro: Hernández Hernández, canario. Amarillas para Rafa Marín, Soumaré, Marcao, Jesús Navas, Mariano y Benavidez.