Demoledor

Antonio Félix
Antonio Félix
13/03/2024

Lo sucedido en Almería no es sólo consecuente con el disparate de temporada que está firmando el Sevilla. Es hasta bueno. Vista la calamidad viviente que resulta este equipo, conviene no relajarse pensando que la salvación está hecha, tentación que habría rondado en caso de culminar la remontada en ese extraño lugar al parecer llamado Power Horse. Convénzanse: medio resfriado de ese crack llamado Isaac Romero y este Sevilla es capaz de perderlo todo. Por otro lado, sería preferible culminar la temporada evitando el drama pero no la desolación, para eliminar la creencia de que, de algún modo, algo bueno se ha hecho, que hay base sobre la que refundir. Nada más lejos de la realidad. El Sevilla está inmerso en un proceso de completa demolición aún por terminar. No hay nada que salvar de la quema. Sólo barrer cenizas y volver a alzar, de cero.
 
Vaya por delante, y estas cosas está bien decirlas ahora, cuando caen chuzos de punta, mi confianza para tal tarea regenerativa en Del Nido Carrasco. Sólo por mandar a tomar por saco al poderoso Madrid llorón de Florentino, ese personaje ante el que su padre se postraba, ya me tendría por descontado al lado. Para hacerse respetar, hay que plantar cara a reyes, no a bufones. Pero esto, igual que pedir créditos, alzar estadios o porfiar con los piratas, no tendrá más trascendencia en su presidencia que una decisión, esencial y absoluta, con la que luego le toca cargar como un mulo, penando los dislates ajenos en sus mismas carnes. Se habla ya estos días mucho de si seguir o no con el entrenador. Pero no es eso. El tema, antes, es ver qué pasa con el director deportivo.
 
Y los tiros parecen que van por mantener a Víctor Orta, respetando el segundo año de contrato que tiene firmado. Se trataría, ahí, de completar esa tarea de refundición del Sevilla. La primera fase, la de demoler, Orta la ha bordado: es difícil destruir más de lo que ha hecho este hombre, culminando la labor que en su último tramo realizó su sagrado Monchi. En su haber podemos contar que tragó con Mendilibar, echó a Bono, tragó con Ramos, echó a Mendilibar (pero no devolvió a Bono), eligió a Diego Alonso y se lo cargó al poco, fichó a refuerzos inútiles en verano, fichó a jóvenes refuerzos inútiles en invierno, y no fue capaz de colocar a los inservibles, que son mogollón: Januzaj, o Rafa Mir, o Nianzou, o Mariano, que éste venía de contar como refuerzo… En fin, que entre el santo y su arcángel el Sevilla ha quedado ya como un solar. Como aniquilador, un diez. La duda, ahora, es su competencia como constructor. Eso es lo que tiene que meditar Del Nido. La decisión, ni el estadio, ni la economía, ni la guerra del poder, esencial y absoluta que marcará su reinado.