El otro sol que salió el Sábado Santo

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
31/03/2024

Uno lee a Benedicto XVI y a George Steiner un Sábado Santo y le entra de golpe y a la vez un rapto de sabiduría intelectual y de abismo. Cristo ha muerto en la Hora Nona y nada se sabe de su resurrección. El mundo vive el largo sábado en las horas de la tiniebla, hasta que, en efecto, el Príncipe de la Vida resucita y todo adquiere su nueva luz: la cruz es la victoria. Este inicio pudiera valer para el creyente futbolero. Pero para el que no lo sea, el símil podría servirle si me lo permite. El Sevilla FC ha sido la cruz y, ayer por lo menos, la ha alzado desde el lado de la victoria. Está por ver si regresa al Gólgota.

El Sevilla FC visitaba el desabrido estadio del Getafe con un pie metido en la tiniebla del Sábado Santo. El sepulcro del descenso atenazaba a más de uno tras el último partido de la infamia ante el Celta. Pero se hizo la luz a eso del mediodía. Apareció la luz terrena y comenzó a dibujarse la divina. Se abrieron oquedades en el cielo azul y salió el sol tras una mañana de lluvia, viento y frío más propia de los lares del gran Manchester. Coincidió con que la cofradía del Sol anunció que salía desde el Plantinar con su lisérgico cortejo. Y para redondear el trío de soles al mediodía, el Sevilla comenzó ganando el partido con un gol de Sergio Ramos el día de su cumpleaños. A su modo, Sergio Ramos fue el adelanto del Resucitado del cartel de Salustiano (entre los miles de memes que se han divulgado hay uno que muestra el torso del resurrecto, pero lleno de tatuajes y con el rostro del superhéroe de Camas).

Tres soles, pues, en uno. Decía el socorrido Borges algo así como que en un solo día del hombre están los días del tiempo. Pues algo parecido aconteció al mediodía del Sábado Santo, tras una Semana Santa aciaga y de una severidad más luterana que católica. El sol, para quien esto escribe, se filtraba en el bar La Mina de la plaza de la Pescadería. En un móvil dejaron puesta la retransmisión del partido sobre la barra del bar, mientras que en otro chirimbolo podía verse la salida del Sol. A una alucinación (el Sevilla estaba ganando contra el complicado Getafe), le siguió la otra alucinación cofradiera del Sol.

Las crónicas del partido son unánimes. Un Sevilla deslustrado, obrero y prosaico pudo sacar adelante un partido esencial. Sigue a seis puntos del Cádiz. Toca ahora volver al extraño modo de encarar lo que queda de temporada, entre el miedo al presente y la inversión en lo futurible. Extraños días de primavera sin fútbol. Tras el indignante parón por culpa de las selecciones, ahora se apronta otro inusitado paréntesis en blanco debido a la final de la Copa del Rey entre Athletic Club y Mallorca. El único aliciente que nos queda es jugar a calcular cuántos decibelios de pitidos por parte del vascongado público se alcanzarán en el ahora sospechoso estadio de La Cartuja cuando suene el himno de España. Las cosas de este país.

Hasta el próximo 14 de abril, antesala de la Feria, no habrá liga. Queda pues otra eternidad hasta el partido contra Las Palmas en tierras insulares. De ahí, como digo, que nuevamente entre uno en disquisiciones sobre el Sevilla que se avendrá para la temporada que viene. Ya se sabe, el equipo del presupuesto a la baja, el de la apuesta por la cantera, el de los soñados traspasados, el de los fardos casi imposibles de soltar, el de la tragicomedia interna y ‘delnidiana’ entre el Padre y el Hijo, etcétera.

Mientras perpetro estas líneas, se anuncia que la cofradía de La Resurrección no realizará su pascual estación de penitencia. La lluvia, tras los tres soles de ayer, vuelve a caer con intensa monodia. Sevilla vuelve a ser Manchester. Consuélese el sevillista con que el Resucitado Sergio Ramos ya nos ha trajo la vigilia de la Pascua por anticipado.