El Fenerbahçe nunca defrauda

O tempora o goles

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
08/04/2024

A su manera (quiere decirse a la turca manera), el Fenerbahçe sí que puede presumir de ser algo más que un club de fútbol. De vez en cuando solemos traer a colación por aquí noticias de equipos turcos, pero que van mucho más allá del propio fútbol. En Turquía, tal y como está ocurriendo este año, las noticias sobre broncas, algaradas y episodios inauditos en los estadios se han convertido en un clásico de orden bélico. El último suceso más asombroso ha sucedido este fin de semana. Debía disputarse en Sanliurfa la final de la Supercopa entre los dos hermanos mal avenidos de Estambul: Galatasaray y el propio Fenerbahçe (con permiso del Besiktas). Cosas del fútbol moderno, la final tuvo que haberse disputado a finales del año pasado en Arabia Saudí. Pero los clubes turcos se negaron a jugarla porque las autoridades árabes prohibieron un acto de homenaje a Mustafa Kemal Atatürk, el padre de la moderna Turquía, que cumplía justo en 2023 un siglo de vida.

Ahora, la final de la Supercopa venía precedida por los gravísimos incidentes que en marzo sufrieron los jugadores del Fenerbahçe en el estadio-trampa del Trabzonspor, donde fueron agredidos por hinchas radicales del equipo local, lo que obligó a los futbolistas del 'Jardín del Faro' (es lo que significa Fenerbahçe) a defenderse a puñetazos y patadas en una gresca monumental. Las instancias federativas castigaron al Trabzonspor por los hechos, pero también promovieron sanciones contra los jugadores del club estambulí. Este hecho enervó a su presidente, el muy potentado Ali Koc, y a sus hinchas (el recibimiento como héroes en el aeropuerto de Estambul a los futbolistas fue apoteósico según los cánones del ardoroso país: cánticos guturales, bengalas, bufandadas).

El Fenerbahçe había pedido a la Federación Turca un aplazamiento de la final de la Supercopa para poder tener más descanso con respecto al partido de cuartos de la Conference League que este jueves lo enfrenta al Olympiakos griego. Pero recibió un no por respuesta, lo que se traduce, a su vez, como un detalle más de la conspiración que desde hace años se cierne sobre el club auriazul y que ahora es motivo de durísima denuncia por parte de regidores y aficionados. El club pidió además sin suerte que el árbitro de la Supercopa fuese extranjero y no turco para disipar toda sospecha de mano negra contra sus intereses.

De ahí, pues, la noticia que ha saltado a primera plana más allá de lo estrictamente futbolero. El Fenerbahçe anunció que no disputaría la final en protesta y que sacaría, a modo de paripé, a su equipo sub-19. En respuesta al cúmulo de negativas que recibieron a sus demandas, los ojos del mundo vieron lo que vieron. A los pocos segundos de iniciarse la final, Icardi, jugador del Galatasaray, marcó su gol y acto seguido el Fenerbahçe se retiró del campo con su tropilla de yogurines. Fue como otra manera de entender la simbología de la hoja de roble verde que preside el escudo del Fenerbahçe y que alude a los valores de resistencia, poder y fuerza.

El club sacó formalmente un comunicado contra la Federación Turca de Fútbol por considerarla cómplice de una cacería contra el equipo que dura ya más de veinte años. Y he aquí lo interesante o directamente estupefaciente, pues el fútbol en Turquía podría considerarse como parte de una trama de novela negra. Algunos de los puntos del comunicado hablan de conspiraciones contra el Fenerbahçe por parte de poderes ocultos dentro del estado y no dudan en vincularlos a acciones de corte terrorista (el club fue acusado sin pruebas concluyentes de amaño de partidos en pretéritas temporadas y hasta 2021 se vio envuelto en batallas judiciales que demostraron su inocencia).

En otro punto del comunicado se alude al hecho sospechoso de que el Fenerbahçe perdiera la Superliga tres veces en siete temporadas en el último partido del campeonato (no se olvida, por ejemplo, lo ocurrido contra el Denizlispor en 2006, donde el juego estuvo muchas veces interrumpido debido al arrojo sobre el césped de… ¡¡sustancias extrañas!!). Tampoco se olvida que el autobús del club recibiera disparos de bala a su paso por Trabzon -de nuevo la antigua Trebisonda- que hirieron a su conductor tras un partido disputado en la cercana Rize. El colmo es que tras tantos años de lo sucedido los autores del atentado, único en la historia reciente del fútbol mundial, sigan siendo desconocidos.

El comunicado, que continúa con otro rosario de denuncias, marca un hito en las crónicas del llamado planeta fútbol. El club del que es seguidor el Nobel de Literatura turco Orhan Pamuk o el propio y contestadísimo presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan, se ha ganado por derecho propio ser más que un club de fútbol. A su lado el FC Barcelona nos resulta una broma. Al inicio de su andadura en la era otomana (el Fenerbahçe se fundó en 1917), parece ser que el padre de la moderna Turquía, el citado Atatürk, sintió especial predilección por el equipo auriazul, caracterizado por cierto europeísmo que, por entonces, lo distanciaba de sus rivales capitalinos en Estambul: Galatasaray y Besiktas. De hecho, estos dos clubes lucieron en sus escudos primitivos el año de fundación correspondiente al calendario musulmán de la hégira (el Besiktas se remitía al año mahometano de 1319 y el Galatasary al de año 1321).

Habrá que seguir la andadura del Fenerbahçe en lo que resta de agitadísima temporada, tanto en la Conference League como en el campeonato de liga con el que su dirigencia amenaza con salir para pedir su incorporación en otra liga de acogida en Europa. ¿Y si jugaran finalmente en la Liga española? Tratándose de fútbol turco, lo que parece un dislate o un rapto alucinatorio podría no serlo. Atentos.