La Feria de la bajona sevillista

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
12/04/2024

El Athletic celebraba la madre de todas las copas en la gabarra de la melancolía (y del coñazo mediático también). Veíamos ayer a Mendilibar dirigir al Olympiakos en cuartos de final de la Conference contra el equipo de los estrambotes y los líos en Turquía: el Fenerbahçe. Y admirábamos, embelesados, el tifo que los hinchas del Aston Villa habían desplegado en el precioso y coqueto Villa Park con el rostro de Unai Emery para celebrar sus mil partidos como entrenador.

Así están las cosas, tan fuera de nosotros. Festejos y alborozo popular en Bilbao. Mendilibar y Unai Emery, nombres que nos llevan a la remembranza, la cogorza feliz y el éxtasis. En lo balompédico casi todo nos remite a lo perdido y nos sume en una orfandad extraña. La primavera siempre trajo al sevillismo su plétora de felicidad entre Semana Santa, Feria y las clásicas amapolas rojas de mayo. En los carteles de las Fiestas de Primavera de Sevilla siempre se colaba algún que otro paragüero de la Europa League. El bodegón en clave sevillista no desentonaba –salvo para la otra acera de la ciudad– y era motivo de risoteos y memes.

Este año, en cambio, notamos que nos han amputado algo. Una sensación briosa, una inquietud, un no sé qué de bienvenida aprensión. Ni cuartos ni semifinales y ni de Copa ni de Europa League. Y nada de estar porfiando en la Liga por los primeros puestos en la cima. Estábamos acostumbrados a la costumbre feliz, valga el giro. Cierto es que lo del año pasado, justo por estas fechas, resultó inclasificable: coqueteos con el abismo del descenso y lanzadera de la gloria hacia Europa (ríanse de las lanzaderas de Tussam para la Feria). La final de Budapest, aquel abrazo fluvial entre el Danubio y el Guadalquivir, trajo una ebriedad inigualable para muchos, como si todo volviera a principiar en Eindhoven.

Cierto es que la ciudad está ahora de antesala para la fiesta. Llega la Feria de Abril con su colorido y su muestrario de poses (incluidas las del sevillano malajoso y frío). Pero en clave de fútbol lo que el sevillista apreciará en la Feria no son farolillos rojos y blancos, sino extraños cogollos sin color ni gracia. De hecho la vida en clave futbolera nos parece como inane. Se llega a final de temporada con una sensación de tránsito, aunque no sepamos bien de dónde se parte y a dónde se quiere llegar. Así seguimos, como en los últimos partidos de liga: empastados. Nos creemos salvados sin estarlo del todo. Y se mira al futuro sin saber en qué consiste ese confín al que pretendemos llegar.

Sólo toca entretenernos con debates que, siendo importantes, ahora se nos antojan marginales. ¿Qué entrenador vendrá? Que venga el que tenga que venir, pero, oiga, poco me importa aquí y ahora. Se lesiona Sow para final de temporada y a muchos nos da también igual. Sobre cómo va o no la posible renovación de Isaac Romero es otro asunto que nos pilla como a trasmano, entre el desinterés y la apatía. El Sevilla FC ha llegado por fin a un acuerdo de patrocinio con Aeroméxico. La ironía es que justo lo ha hecho cuando el equipo parece incapaz de retomar el vuelo en todo ámbito.

Toca ahora jugar contra la UD Las Palmas, uno de los históricos que nos evoca algo de revuelta a la nostalgia (en los cromos de fútbol era uno de los equipos que traía color al álbum que uno iba completando con su amarillo pío pío). Dicen que su entrenador García Pimienta gusta de la escuela de La Masía. Bueno, ¿y qué? ¿Acaso nos importa si su equipo es guardiolista o de la escuela Bordalás? Veremos qué sucede en esta visita insular el domingo de Feria, a eso de las 14h. Tres cuartos de la capital estará metida en la Feria. No se crea el sevillista que se ha vuelto daltónico si los farolillos rojos y blancos los ve de color ala de mosca.