Las amistades peligrosas de Luis Alberto

O tempora o goles

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
15/04/2024

Se acaloró, dijo que quería irse y, poco después, vía Instagram reculó y dijo poco menos que llevaba a la Lazio impresa en el corazón y que lo daría todo por el club. En este rapto y renuncio de Luis Alberto, ex sevillista y candidato permanente a regresar a Nervión, lo que más ha llamado la atención es el aprecio que al parecer muestra por los ultras ‘biancoceleste’ de la Lazio. Esto es, la ahora llamada Curva Nord y la Tribuna Tevere. Pese al último triunfo lazial contra la Salernitana (4-1), los ultras habían señalado a varios jugadores por su derrota anterior en el derbi de la capital eterna contra la odiada Roma. Había escocido esta mácula como ninguna otra. Como capitán, Luis Alberto se sintió señalado y pasó lo ya dicho: erupción volcánica seguida de manguerazo de agua fría.

El incidente nos hace recordar el legado ultra que atesoran los acérrimos de la Lazio, casi siempre vinculados al fascismo. De añadido, le llevan a uno a releer la pieza dedicada al club del águila imperial escrita en su día por el periodista Enric González en su indispensable ‘Historias del calcio’. De ahí el recuerdo de aquella banda armada, literalmente, de los jugadores de la Lazio que ganaron un ‘scudetto’ en 1974. Solían llevar armas en la Italia de los ‘anni di piombo’ como quien hoy lleva varios móviles al estilo del inefable Luis Rubiales (aquella banda salvaje y mal avenida entre ellos, la de los Chinaglia, Wilson, Luciano, Martini, etcétera).

Los ultras fascistas, aglutinados en los ‘Irriducibili’, decidieron disolverse voluntariamente en febrero de 2020, justo cuando el coronavirus estaba convirtiendo ya la Lombardía en un espeluznante moridero. En su comunicado dijeron que daban paso a los llamados ‘Ultras Lazio’. Un año antes, el líder de los ‘Irriducibili’ y rico traficante de drogas, Fabrizio Piscitelli (alias ‘Diabolik’), murió asesinado por la espalda de un disparo en la cabeza mientras estaba sentado en un parque. Justo también en 2019, en la víspera de un partido de Europa League del Sevilla FC contra la Lazio, dos ultras sevillistas fueron apuñalados en Roma por acérrimos de la Lazio en Vía Leonina.

El último episodio "honorífico" de los radicales laziales se produjo el mes pasado. En el partido de vuelta de octavos de la Champions en Múnich entre el Bayern y el club ‘biancoceleste’, los ultras italianos visitaron la cervecería muniquesa Hofbräuhaus, donde Hitler presentó el programa del primerizo partido nacionalsocialista. Hicieron el saludo a la romana, cantaron el ‘Camisas negras’ de los históricos fascistas de la Marcha a Roma y dieron vivas al ‘Duce’ con un actualizado retumbo de infames días pasados. Eran y son casi los mismos fascistoides a los que ahora Luis Alberto les agradece por Instagram "todo lo que han hecho en mis años en el club, especialmente a los chicos de la Curva Nord y de la Tribuna Tevere". Quizá el chico no ha caído en el vínculo de trastienda que suelen arrastrar sus colegas más fanáticos. Habrá que pensar que los futbolistas están en otra onda y nada saben y ni siquiera quieren saber.

La verdad es que los incidentes de los ultras laziales casi dejan de asombrar si uno se acostumbra a seguirlos en su recorrido. En 2017 dio la vuelta al mundo la imagen que los ‘Irriducibili’ usaron en un fondo del Olímpico de Roma. Empapelaron toda la zona con pegatinas de la niña Ana Frank, gaseada en Auschwitz. Su rostro figuraba en la camiseta púrpura de la Roma (los ultras laziales vinculan al club enemigo con los negros y los judíos). El club se vio obligado a honrar la memoria de Ana Frank con actos de desagravio que no pudieron librarse de cierta sospecha de impostación.

Mussolini fue seguidor de la Lazio, aunque curiosamente ayudó a fundar al enemigo, la AS Roma. Lo hizo para avivar la competencia interna en la capital del fascio y para asegurarse un derbi romano. Con el tiempo se supo que Pierluigi Collina, aquel mediático árbitro calvorota, era seguidor de la Lazio. Se ha hablado alguna que otra vez de la supuesta traición futbolística de Giorgia Meloni, la actual primera ministra de Italia. Hay quien asegura que en su juventud fue una laziale declarada, hasta que en tiempo reciente se declaró tifosa de la Roma por conveniencia política (sí reconoció que su madre sí que era de la Lazio). En la Italia más hiperbólica todo es posible. ¿Y si se marcara Luis Alberto un Meloni llegado el día?