La gestión del caso Nzonzi

Vía de Escape

Por lo que uno sabe, porque se lo cuentan, de la actitud general de Steven Nzonzi y su entorno, el chaval es para descambiarlo. Buen futbolista, sin duda, cuya variación en el estado de ánimo se hace tan evidente en su comportamiento laboral que influye de una manera exagerada y poco profesional. Además, tiene el defecto de no empatizar con el resto de compañeros. También es conveniente señalar que ningún director de grupo, en este caso un entrenador, debe perder autoridad en ningún momento, porque es el principio de su fin. Todo eso parece muy evidente.

Pero llegan los peros. Nzonzi es un patrimonio del Sevilla tasado en unos 40 millones de euros. Ese es el precio que tenía en la cabeza el Sevilla para desprenderse en algún momento de uno de sus mejores jugadores. Y ahora, pues ya hablamos de cómo máximo 25-28 millones de euros, más lo que tenga que 'perdonar' el jugador en su huida. Y esa bajada en el precio, en un momento además que alcanzaba la internacionalidad con Francia en meses premundialistas, es intolerable para un director de grupo. Se puede ser muy autoritario, se le puede demostrar a Nzonzi que no manda ni mandará y que está completamente equivocado, sin devaluar tanto el producto. 

También hay que ser justo en el castigo. Y hoy, por ejemplo, resulta muy incoherente que Nzonzi haya estado con su familia en Londres mientras un montón de sevillistas se acordaban de la familia de Correa por lo visto en Maribor y en otros tantos campos. Dentro de la caseta no sé lo que pasó, o no lo sé seguro, pero fuera, en el campo, a mí Correa no me parece más que Nzonzi en nada, y no me refiero a lo técnico, me refiero a esa indolencia, ese parecer que a él no le va nada en lo que pase en el terreno, que es lo que finalmente hizo explotar a Berizzo en el caso del gigantón francés. 

Es increíble que Correa fuera designado el hombre del partido en Maribor. Alguien le tiene que decir a ese muchacho que en concreto fue el peor entre los peores, no vaya a ser que nos castigue con más partidos como el referido (y otros muchos) por entender que estaba bien hecho.