Caparrós tiene ese factor X

Vía de Escape

Paco Cepeda 20/05/2018

Joaquín Caparrós se ha mantenido, muchos años, tras su marcha, en un lugar privilegiado del cariño del colectivo sevillista. Pero no menos cierto es que siempre le acompañó ese lugar común facilón de que era un valor de otro tiempo, de un Sevilla áspero (que lo era), pero sobre todo muy pobre, incapaz de conseguir logros superiores y de entender el fútbol moderno. Incluso quedó reflejado por escrito en el club, en su club, un informe de peso que decía en definitiva que su vuelta no traería nada ni nuevo ni bueno. Por resumirlo de algún modo, lo que se sobrentendía en el Sevilla es que tirar de Caparrós era volver a un pasado más cutre, sin equipos de trabajo de quince miembros, sin ordenadores portátiles, sin mapas de calor. Ni eso es cierto. Caparrós no lleva una táblet en el bolsillo para sacarla en mitad de un partido, pero en todo este tiempo se ha formado (más que muchos), ha aprendido a gestionar desde su esencia qué es el nuevo fútbol (una ojana muy grande) y ha hecho una carrera deportiva de mucho nivel, con 499 partidos en Primera división. Un mito de los banquillos. Ese resumen numérico ya le convertirían, sin más historias, en un activo irrenunciable para el Sevilla, muy faltito de ese tipo de figuras porque Monchi, por sus méritos, fue acaparando todo ese protagonismo digamos que emocional. Pero es que Joaquín Caparrós, medio retirado, como otros referentes del fútbol mundial (Heynckes) o sevillano (Serra), ha regresado en un momento feo, muy feo, para poner la cara en cuatro partidos, con la posibilidad cierta de que se la partieran, y quedase para el resto de los tiempos ese informe como bueno, el que no recomendaba su vuelta por "obsoleto". Aceptó un reto y lo ha sacado con nota. Pero ha ganado en realidad el Sevilla, porque lo más relevante no es que haya sumado un dignísimo 10 de 12 ante Real Sociedad, Real Madrid, Real Betis y Alavés, que no eran partidos sencillos, ni que agarrase la séptima plaza que se había puesto en chino por el arreón final de Getafe. Todo eso, que es muy importante, no es lo mejor. El Sevilla se ha reencontrado con un hombre que logra la magia de conectar al mil por mil con su gente, que tiene una especie de autoridad que en el fútbol vale un potosí. Caparrós tiene ese factor X, que le ha servido para hacer carrera, al nivel de los más grandes de los banquillos españoles, pero que en Sevilla, porque es donde más sabe y más entiende, se convierte en un elemento esencial para mantener un buen rumbo en medio de las tormentas que sin duda sequirán apareciendo. No me imagino, con Caparrós cerca, un Arana de 19 años llegando gordo y tarde, no me imagino a Nzonzi formando un lío cada diez minutos. Su cargo será el que sea, y yo soy de los que piensan que un valor así no debe ser a estas alturas ni entrenador ni director deportivo, porque esos puestos son de alto riesgo, dependen demasiado de los resultados inmediatos. Caparrós debe estar, con voz y voto, en la génesis de las decisiones, cuando se estudia el rumbo adecuado, en clave sevillista, porque de eso entiende una barbaridad, casi más que nadie.