Cristiano, el sobrante

Esplendor en la Hierba

Javier González-Cotta 07/01/2023

No es por traer amargor funesto al recién iniciado 2023. Pero siempre he tenido interés por conocer al primer muerto famoso del año. Perpetro estas líneas en la ilusionada mañana de todas las regalías (caramba, los Reyes Magos pasaron de largo de nuevo: el próximo año me encomiendo a las Reinas Magas). El primer muerto famoso de 2023 ha sido Benedicto XVI, el llamado Papa “sabio” (murió el 31 de diciembre, pero nos vale como primer féretro de Año Nuevo). El docto vicario de Cristo en la tierra escribió un texto de gran belleza en el que decía que la estrella que fulguró misteriosamente sobre el mechinal de Belén fue, con toda probabilidad, una supernova. ¿Qué niño no disfrutó en su día de la supernova de un balón de fútbol traído por los Reyes Magos?

Para la cofradía de futboleros, el otro muerto famoso que nos deja el año recién estrenado es Gianluca Vialli, delantero italiano de los noventa, fallecido por un cáncer de páncreas. Tenía 58 años. Su muerte nos ha caído cercana, sobre todo a quienes lo recordamos perfectamente (Sampdoria y Chelsea), y mucho más aún por una simple y lúgubre relación de cálculo: uno se halla en plena travesía de los cincuenta.

Hay otro muerto, pero en vida, que nos ha traído el año recién echado a andar. Se llama Cristiano, Cristiano Ronaldo, el flamante fichaje del flamante Al Nassr de Riad. Se ha convertido en el futbolista mejor pagado de todos los tiempos (200 millones por temporada). Esta exestrella, visiblemente convertido hace ya tiempo en un jugador virtual de ‘Playstation’, ha dicho que "soy único y por eso mi contrato es único". Aparte, se ha convertido en el creador del humor sunita entre los árabes al decir que la liga en Arabia Saudí es muy competitiva. Si existe el humor amarillo, pues bienvenido sea el humor arábigo.

Si uno lo piensa, pues tiene razón en esto de decir que es único. Pocos deportistas han concitado tanta aversión por su egolatría. Su mundo es redondo, pero no por el balón, sino por el círculo de su ombligo, de donde jamás ha salido. Nadie ha habido en el fútbol tan pagado de sí mismo. Su estrella hoy por hoy no es más que otra supernova, pero de decadencia y frustración mal disimulada. La camiseta del Al-Nassr de Riad que ha lucido en su presentación es la metáfora visual de este embadurnarse en la nata montada del dinero. Amarilla y azul, de un diseño que recuerda a la de un equipo de solteros contra casados. Cristiano es la mácula de Iberia, la antítesis del país que consideramos como nuestro más amado exilio existencial: Portugal. Decía Pessoa que con el fado los dioses regresan altivos y distantes. Cristiano es altivo y distante, pero no es un dios del ultramar colonial ni ninguna deidad transida y voluble, nacida de la saudade y de la fragancia de corcho y alcohol sagrado de un vino de Oporto.

Pese a su grosera riqueza, el final del muerto más rico del mundo está siendo de lo más pobruna. Su gran rival, Lionel Messi, ha ganado el Mundial mientras que el finado portugués ya había llorado por su propio óbito mientras se retiraba por el túnel de los vestuarios en Qatar, tras perder en cuartos contra Marruecos. Messi imponía su hegemonía una vez más, en el caso además de que hubiéramos dado por válido el necio debate sobre quién era el mejor jugador del mundo, si el argentino o el ególatra de Funchal.

De entre los ases celestiales que la historia del fútbol recordará, el de Cristiano Ronaldo quedará registrado, si acaso, como el del ángel caído. Pelé, fallecido en las postrimerías de 2022, es y será uno de ellos. Su gol sin tocar el balón y haciendo finta ante el portero (Mundial de México 1979, ante Uruguay), es uno de los momentos más álgidos de la 'summa’ de bellas estampas del fútbol mundial. Maradona es otro dios que bendice y pastorea a su Iglesia Maradoniana. Y Messi, campeón del mundo y de todo, quien en vez de enfundarse la camiseta del oprobioso fin, ha vuelto a aparecer entrenando con el PSG, dispuesto a seguir competiendo en lo alto del fútbol y, también, en lo alto de todos los dineros.