muchodeporte.com : Miguel Ángel Chazarri

La quincalla

La fábrica de humo
Miguel Ángel Chazarri
Miguel Ángel Chazarri
15/11/2023

José María del Nido Benavente nos entretiene en esta semana de absurdo parón. Ya antes del derbi compareció, cual presidente de los ochenta, en las redes sociales. Pidió una tregua, como si alguien le estuviera atacando a él. Solicitó igualmente el apoyo para el Sevilla en el derbi. Muy importante esto de "para el Sevilla", que ya me lo creo todo. Bueno, por algo se empieza. Alberguemos esperanza en nuestros corazones. Después, el lunes en la Cadena Cope, lanzó argumentos y bravatas, algunos interesantes y otros más o menos esperados. En algunos se explayó, y con razón, y otros resultaron un poco más de lo mismo, año 2023.

Su equipo de trabajo, ya les adelanto que ridículo, le debería decir que eso de que "cogió una quincalla" no es exacto. Esa frase huele a Manuel Ruiz de Lopera, históricamente enfático para aclarar que la vida del Betis empezó en 1992, algo que por supuesto tampoco es verdad. En todo caso, la quincalla (conjunto de objetos de metal, generalmente de escaso valor, como tijeras, dedales e imitaciones de joyas), la heredó Roberto Alés. Del Nido tomó el mando de un Sevilla en Primera, camino de asentarse, con una joven estrella mundial en el primer equipo, Reyes, y otra de camino, Sergio Ramos, a los que por supuesto él vendió.

La quincalla la heredaron Alés, Caparrós y Monchi. Ellos sí se encontraron con un Sevilla paupérrimo. Es absurdo negar que el club malvivía en una mediocridad que Del Nido rompió gracias a su gestión. Pero lo de quincalla suena a dónde estaba usted en el 92. Y, hombre, no es plan. Para Del Nido, parece no haber transcurrido el tiempo. Se sigue atribuyendo los triunfos del Sevilla gracias a la "inercia". Cuando el Sevilla pierde, nada se sabe de esa "inercia". Todo es pésima gestión. Ahora ha cogido la bandera de los números económicos, ciertamente preocupantes. En su caso, debería explicar por qué cuando rebosaban los fondos propios quería asaltar igualmente el palco. Tiempos raros estos, en los que hasta una persona como él lanza al viento lecciones sobre modelos económicos.


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