Análisis: Sampaoli y una segunda etapa de incapacidad

I.Cáceres Dastis
I.Cáceres Dastis
21/03/2023

La segunda etapa de Jorge Sampaoli en el Sevilla FC se ha cerrado como muchos vaticinaron en noviembre: “no llega a Semana Santa”. No será este humilde redactor el que opinara eso. Principalmente porque en aquel momento todo estaba por descubrir. Faltaban fichajes, carecíamos de cualquier tipo de referencia de este nuevo Sampaoli, salvo su nuevo tono en las ruedas de prensa, y no sabíamos el jugo que le podía sacar a la plantilla.

Hasta que no pasó el Mundial no se comprobó lo que podía ofrecer este Sevilla y lo cierto es que el equipo mejoró. Hablamos de incapacidad porque, ciertamente, ni Sampaoli ha sido capaz de sacar esto adelante con lo que tenía, ni tampoco ha tenido mucha capacidad de manejo con numerosos contratiempos a lo largo de estos cuatro meses. Eso sí, cuando firma y acepta sabe a lo que viene. Lidiar con el toro es su obligación. 

Enumerando un serie de hitos desde su llegada, podemos atribuirle al técnico ciertos logros.

-Recuperó a un Suso que pasó de no aportar nada a ser partícipe de mucho cosas y, sobre todo, parece de nuevo un futbolista para la alta competición.

-En-Nesyri comenzó a anotar goles de nuevo y parecía que había recuperado el tono de acierto que lo encumbró en la temporada 20/21.

-El Sevilla mejoró físicamente. Era un equipo capaz de, al menos, saber sus limitaciones. 

-Acuña y Navas parecían nuevamente dos carrileros.

-Dio cierto orden y energía al equipo.

-Badé rindió desde el primer momento.

-Ganó a rivales cruciales por la salvación y se hizo fuerte como local.

Cuando llegaron los fichajes y se comprobó que Badé, Gueye, Bryan y Ocampos podían dar algo más al equipo, no sabemos si Sampaoli se confío en exceso, fue demasiado optimista o, simplemente, no supo calibrar las limitaciones de este Sevilla. Tras eliminar al PSV y haber ofrecido un buen rendimiento en duelos directos con los equipos de abajo, el Sevilla se cayó y el entrenador comenzó a desordenarse desde el banquillo.

-Empeñado en tres centrales cuando no tenía bastante gente sana.

-Cambios de posición a los jugadores constante que no terminaba de concretarse en nada positivo.

-Empecinamiento en jugar en muchas ocasiones sin delantero. Jugando sin ariete y sin centrales (poniendo a tres), es casi imposible sumar de tres.

-Muy poco rendimiento fuera de casa, unido a partidos paupérrimos y sonrojantes como contra el Atlético de Madrid, Barcelona, Getafe o Girona.

-Descomposición desde el banquillo en varias ocasiones: tarjetas, expulsiones y cambios que en ocasiones no le daban nada al equipo.

-Tras la derrota contra Osasuna (partido loco), el Sevilla no recobró el orden que debía tener un equipo que pelea por no bajar.

-Fallos individuales en la salida de balón, motivados por una idea de juego desde el cuerpo técnico.

La tendencia negativa de Sampaoli en las últimas jornadas lo ha sentenciado. Ante Osasuna algo se rompió y el Sevilla de los brotes verdes no volvió a ser el mismo. No es que fuera nada del otro mundo, pero al menos invitaba a pensar que la salvación era factible. Tras la caída actual, otra vez se ha vuelto al pensamiento decadente que brillaba a comienzos de enero.

Por supuesto, Sampaoli no es el único responsable. Es uno más de este proyecto nefasto del Sevilla 22/23. El argentino creyó que supo y se enredó cuando podía dar el impulso. Debió asegurar el orden y se desordenó. Ahora bien, tres entrenadores (porque viene Mendilibar), en un año, eso habla de una cornada profunda en el concepto de equipo que se construyó en verano. Desde José Castro hasta Monchi, todos deben reflexionar. ¿Qué ha pasado, quién manda y cómo arreglarlo?