Isaac Romero, cuestión de filosofía

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
19/04/2024

Siempre se ha dicho que el delantero vive del gol. Es como un rentista del éxtasis. Siempre se ha dicho también que un delantero atraviesa sus rachas. Es como un enfermo mental, que tiende a la ciclotimia. El desierto de Isaac Romero comenzó el pasado 11 de febrero. Ocurrió en el mundo de ayer, cuando marcó su gol ante el Atlético de Madrid. No le van las Uniones Deportivas al chaval de rotundo acento lebrijano. Contra la UD Almería se mostró fallón. Y contra la UD Las Palmas cometió dos errores minuciosamente idénticos por horribles. Hay quien se levanta con el pie izquierdo y hay quien no da ni una con la pierna izquierda. Es lo que le ocurrió a Isaac Romero contra el portero grancanario. En lugar de una pierna izquierda, nos hizo creer que tenía un zanco o una prótesis. Pocas veces ha visto uno dos remates tan seguidos y tan arqueológicos.

Vivir del gol, el delantero y sus rachas. ¿No resulta filosófico? Si uno lo piensa, hay mucho de existencialismo en la vida de un delantero. Podríamos pensar en el delantero según Kierkegaard o según Camus. Pero hay otras filosofías de andar por casa mucho más directas. Recordaba el otro día el periodista Daniel Verdú lo que Van Nistelrooy le dijo una vez al Pipita Higuaín acerca del goleador y las rachas. "Los goles son como el kétchup: golpeas, golpeas y no sale nada. Pero luego, cae todo de una vez". Desde Erasmo de Rotterdam no ha habido mayor lucidez filosófica en un hijo de los Países Bajos que en esta parábola de Van Nistelrooy.

Me dijo una vez un amigo que un delantero que no moja (con o sin kétchup) es como el fornicador avezado que deja de serlo y se pregunta por el sentido de la vida. Se convierte en un inútil. La sequía de Isaac Romero me hace tirar de los papiros de la memoria. Me acuerdo cuando era un niño que el Sevilla FC fichó al argentino Carlos 'Puma' Morete, acreditado goleador en la liga española. Venía de marcar goles a espuertas, precisamente, con la UD Las Palmas. Pero en Nervión, en la temporada 1980-1981, sólo anotó seis tristes goles. Por entonces el periodismo deportivo ya hablaba de la inextricable filosofía del delantero y sus rachas. Pero lo de Morete fue una hibernación.

Por seguir con la filosofía (y disculpen que es viernes de Feria), Nietzsche decía que no existe la travesía del desierto ya que el desierto es la única travesía de la vida. Nos ponemos optimistas y deseamos que la de Isaac sea una seca travesía de trayecto razonablemente soportable y no un periplo sin fin por la nada y lo yermo. Ha coincidido su mala racha existencial con el asunto de su renovación. El bache del canterano parece favorecer a la dirigencia. Salvo que contra el Mallorca se marque un trío y vuelva al lado feliz de la ciclotimia en la inhóspita noche del próximo lunes. Hará bien el Sevilla en comprar gol con Isaac Romero. Esto de comprar gol, cuando se ficha a un prometedor delantero, daría para otro debate ético y filosófico sobre el capitalismo. Pero por hoy es suficiente.