1ª División (2016/2017) > Jornada 19

Vulgaridad con mayúsculas

El Betis rompió su buena racha en casa ante el Sporting, que se llevó un punto con total justicia. No porque hiciera demasiado. Su calidad le da para muy poco. Más bien porque enfrente hubo un Betis muy menor. Un Betis vulgar, despistado, sin fuerza, calidad ni argumentos ofensivos. Un Betis que quitando un par de ocasiones en la primera parte, inquietó muy poco a su rival y que ofreció otro disgusto marca de la casa a sus aficionados. Pasada la primera vuelta, la valoración no conduce más que a un terreno: el de la mediocridad. No hay pulso suficiente para colarse en ninguna pelea por arriba y tampoco parece el año de pasar apuros, ya que por que abajo nadie aprieta. Menos mal. Triste consuelo, pero menos mal.

El Betis comenzó el encuentro con el aire insulso que tanto le caracteriza. Posiblemente tal defecto tenga su núcleo en la escasa capacidad física y mental de unos futbolistas que necesitan diez minutos para entender que el partido ha comenzado. No es normal que una calamidad como el Sporting toque fácil al principio, cuando se supone que el equipo local pretende demostrar tal condición. A los seis minutos, los de Rubi ya habían lanzado dos córners y lanzado una falta con peligro por medio de Cop. El Betis se comportó igual que en la primera mitad ante el Leganés. Igual que en tantos otros partidos. Como a Dani Ceballos no se le ocurriera una genialidad... Jonas Martin ocupó la mediapunta, zona que requiere de calidad para ser relevante. De lo contrario, hasta los febles centrocampistas y defensas del Sporting terminan controlando la situación. El Betis jugó a que Dani Ceballos sacara el balón desde atrás y, con todo el panorama del campo, tratar de poner de gol a Rubén Castro. Un plan previsible. Con todo, algún que otro fogonazo sí que hubo. Un remate de cabeza de Pezzella, una incorporación de Durmisi en la que el danés tiró cuando debió centrar, un remate de cabeza de Donk... Era pobre el nivel de juego, pero más aún el de un Sporting lastrado por sus carencias. Sus ataques morían en la zona en la que los pases deben ser precisos para que la jugada se convierta en venenosa. Al descanso, otro pestiño. Y de los gordos. Pero la sensación era que el Betis, a poco que sus futbolistas buenos acudieran a la cita, se llevaría el partido.

Pero no, no ocurrió así. Y de forma lógica, visto lo visto. El Betis trató de acogotar al Sporting. Por momentos lo logró, aunque peligro real, lo que se dice peligro real, muy poco o nada. Algún centro carente de rematador, un tiro esquinado de Rubén Castro... Esta vez no salió el pase de calidad de Dani Ceballos. Demasiado que el chaval intenta estar en todos los sitios. Intervino en casi todas las jugadas, corrió como el que más, robó como el que más... Está rodeado de mediocridad y así es difícil. En ningún momento el Betis encontró la rendija que hiciera crujir a Babin y Amorebieta, dos centrales que suelen cantar por todos los palos. Y encima, la ocasión más clara fue para el Sporting, cuando Cop no acertó a marcar a puerta vacía, aunque en posición esquinada. Todo ello ocurría ya sin Zozulia en el campo, al que Víctor, no se sabe muy bien el motivo, decidió regalarle cincuenta minutos de partidos. El hombre se llevó hasta una ovación y todo. Qué cosas pasan en el Villamarín... Entre minutos y minutos de mediocridad, la victoria se fue escapando. La falta de calidad clama al cielo. Este equipo es una vulgaridad como un castillo. En el horizonte, una segunda vuelta larga, muy larga.

Real Betis (0): Adán, Piccini, Bruno, Donk, Pezzella, Durmisi, Jonas Martin (Nahuel, minuto 83), Brasanac (Petros, minuto 51), Dani Ceballos, Zozulia (Álex Alegría, minuto 52) y Rubén Castro,

Sporting de Gijón (0): Cuéllar, Lillo, Babín, Amorebieta, Canella, Xavi Torres, Víctor (Moi Gómez, minuto 61), Carmona (Burgui, minuto 86), Nacho Cases, Ismael López y Cop (Carlos Castro, minuto 76).

Árbitro: Undiano Mallenco, Navarro. Cartulinas amarillas para Babín, Bruno, Dani Ceballos y Lillo.

Pezzella

Cierto es que el Sporting no atacó. El escaso trabajo que tuvo lo resolvió bien el argentino, incluso incorporándose al ataque en alguna jugada.