El actor de telenovelas y la Teoría de la Relatividad

Lucas Haurie
Lucas Haurie
24/04/2024

Se cuenta que Fernando Lamas, un argentino guaperas que hizo fortuna en Hollywood y al que emuló su hijo Lorenzo en la mítica telenovela ‘Falcon Crest’, asistía a una fiesta en Los Ángeles a la que también estaba invitado Albert Einstein. Coincidieron ante el bufé y se interesó el actor por la profesión del otro, quien le contestó con un lacónico “soy científico” y respondió afirmativamente a la pregunta de si era europeo, pues su avispado interlocutor lo había deducido por el acento. “Pues hay un colega suyo –explicó el galán– que ha dicho en alguna parte que todo es relativo”. No podía tener más razón y bien lo sabe Quique Flores, quien seguro que también conoce un suculento anecdotario sobre conversaciones faranduleras al calor de la madrugada.

En el fútbol, más que en cualquier otro negocio, reina la einsteiniana Teoría de la Relatividad porque todo valor brilla o palidece según con qué se lo compare. Por ejemplo, los veintitantos puntos que ha sumado Quique Flores en el poco más de tercio liguero que lleva al frente del Sevilla; habría sido una marca rutinaria para los grupos cebados de calidad y fuerza que dirigían otros antecesores –Emery y Lopetegui batieron consecutivamente el récord de puntuación histórica del club sin poder sacudirse nunca el sambenito de mediocres que les habían endilgado–, pero convendremos en que resulta una pequeña (gran) hazaña sumarlos con Dmitrovic en la puerta, el valladar Nianzou, Joan Jordán al timón, Januzaj de revulsivo, la resurrección de Mariano como gran esperanza y fichajes invernales del tenor de Veliz.

Pese a todo, gran parte de la crítica y –agárrense– notorios integrantes del propio Sevilla esperan al técnico madrileño agazapados a la vuelta del derbi garrota en mano, para dejársela caer sobre el occipital a las mismas once de la noche del domingo en caso de victoria del Betis. Nihil novum sub sole. Del Sánchez-Pizjuán han salido escopeteados entre el general desprecio dos entrenadores cuando marchaban quintos a un par de puntos del cuarto, uno de ellos con la final de Copa en ciernes y el otro con los octavos de la Champions en el horizonte. ¿Por qué habría pues que tener miramientos con Quique Flores si su mérito se reduce al amarraje de una permanencia? Pues porque el padre de Lorenzo Lamas, el rey de las camas, estaba en lo cierto: todo es relativo. Y no es lo mismo trabajar bajo el paraguas de Monchi y al amparo de una dirigencia firme que asomarse al abismo junto a esto que pasa ahora en Nervión.