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Este terror revolucionario que es hijo del populismo

La tregua
Lucas Haurie
Lucas Haurie
10/10/2023

En el verano de 2017, recién excarcelado, José María del Nido Benavente comenzó el asedio a la presidencia del Sevilla e inauguró, en consonancia con esa “nueva política” cuyas consecuencias aún sufre España, la funesta era del populismo. Ya saben, esa ideología propicia para momentos de crisis y balsámica para espíritus pobres que se reduce a un mandamiento: el planeta Tierra está habitado por 7.000 millones de seres malvados o estúpidos y un líder carismático que resolverá todos los problemas en un cuarto de hora. Lo fascinante, en el Sánchez-Pizjuán, no ha sido que un orate y su cuadrilla de resentidos lleven seis años vociferando “¡fuego!”, sino que la dirigencia viva, coma y duerma abrazada a un extintor.

Pepe Castro primero y, ahora, José María del Nido Carrasco no han querido/sabido dirigir el Sevilla sin atender al ruido. Quizá por torpeza, quizá por comodidad o seguramente por una mezcla de ambas, han ido asumiendo la dialéctica pueril e incendiaria de la masa, sin contradecirla nunca en su escalada justiciera. Así, se ha pretendido solucionar cada pequeño problema con la exhibición de un cráneo clavado en una pica sin reparar en que cuando la sed de sangre se desata, desde los Gracos hasta los bolcheviques pasando por Robespierre, no queda saciada hasta que se derrame la que corre por las venas de la más alta magistratura.

El vivir pendiente de esa asamblea de lunáticos que recibe por mal nombre “redes sociales”, donde se confunde el ruido con el crédito y sólo se presta oídos al regüeldo estentóreo, ha convertido al club en una picadora de prestigios. Los dirigentes del Twitter FC, antes conocido como Sevilla, no pueden ya detener la espiral trituradora y por eso huyen hacia adelante en una permanente orgía de furia saturnal. Monchi, el autor de la más asombrosa transformación de la historia del fútbol español tras Santiago Bernabéu y su Real Madrid, salió hace unos meses a bastonazos apenas disimulados: que vale, que no es persona sencilla de llevar con sus vaivenes y su ego desmesurado pero… ¿de verdad que no había otra manera?

Así, se explica que el banquillo del Sevilla sea un pozo de toxicidad del que huyan los profesionales de cierto prestigio, conscientes de que les espera una marea de menosprecio logren lo que logren. Unai Emery encadenó tres títulos europeos consecutivos y batió el récord de puntos de la historia del club sin quitarse el sambenito de acobardamiento en los partidos importantes ni ahorrarse escuchar descalificaciones permanentes: zoquete y cuqui era lo menos que decían de él; Eduardo Berizzo fue fulminado cuando tenía al equipo quinto en la Liga y clasificado para los octavos de la Champions, a pesar de haber lidiado con un cáncer por el camino; un mes después de jugar unos cuartos de Liga de Campeones y una final de Copa, salieron escopeteados el director deportivo Óscar Arias y el entrenador Vincenzo Montella; ningún responsable, sólo Monchi a veces y según le diera la ventolera, se sustrajo de alimentar la beligerancia contra Julen Lopetegui, que batió el récord de puntos de Emery, quedó cuarto con la gorra tres años seguidos y ganó una Europa League. Le faltó grandeza para ir a por la Liga, sí, porque hay que ver lo malo que hay que ser para no ganar la Liga con Munir y Óscar Rodríguez como recambios en el partido clave…

A José Luis Mendilibar, en fin, acaban de echarlo cuatro meses después de pasarse por la piedra, consecutivamente, a Ten Hag, Allegri y Mourinho (los tres siguen en sus puestos pese a que ninguno ha empezado bien la temporada: por lo visto, dirigen en clubes menores…) y apenas seis semanas después de darle un meneíto al City de Guardiola con Jordán y Óliver Torres como titulares. Y no por capricho, sino porque el hombre no tuvo la plantilla hecha hasta el 3 de septiembre. Ante semejante panorama, Orta, que está en el cargo que no quisieron Cobeño ni Braulio, ha tenido que reclutar a Diego Alonso para sentarse en el banquillo en el que no han querido sentarse Marcelino ni Gallardo. Ya está cortada la leña que encenderá la pira en la que arderán ambos, sean cuales sean sus logros. Les deseo toda la suerte, porque van a necesitarla.


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