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El reloj de los Del Nido

La tregua
Lucas Haurie
Lucas Haurie
22/11/2023

En algún momento de aquí a la Novena a la Inmaculada Concepción, un juez se pronunciará sobre las medidas cautelares solicitadas por José María del Nido Benavente para poder votar en la junta general de accionistas del 4 de diciembre. No es previsible, como él mismo admite, que las pilas de su mando a distancia se recarguen antes de finales de 2024, de modo que la asamblea se desarrollará en la línea de la última media docena: muchísimo ruido y ninguna nuez. O sí, porque será el día de la entronización de su primogénito en un cargo que lleva ejerciendo, de facto, bastantes meses. Esperemos a ver qué dice su señoría en todo caso.

Salvo sorpresa, pues, convendremos en que a ninguno de los dos José María del Nido le sobra el tiempo. Al contrario. El presidente iniciará su mandato acuciado por la tremenda inestabilidad en la que ha sumido el Sevilla por la deriva decadente del último trienio, en parte debida a una bicefalia vaporosa e inexplicada. En parte, digo, en una parte pequeña… porque el principal problema ha estribado en el sabotaje permanente del principal accionista, empeñado en un asalto a la presidencia tan por las bravas, que ha podrido incluso algo tan sacrosanto como una relación paterno filial.

Desde el verano el 2017, cuando comprendió que no se haría realidad su ensoñación de ser transportado bajo palio desde la prisión de Huelva al palco del Sánchez-Pizjuán, Del Nido sénior se ha aplicado con denuedo a la tarea de demolición del Sevilla. Es la estrategia del “cuanto-peor-mejor”, asaz añeja pero endiabladamente eficaz si se aplica protegido por la armadura de una completa falta de escrúpulos. La argumentación es imbatible: todo está mal con estos tontos de aquí y todo estará estupendamente conmigo porque soy listísimo. En este mundo de odiadores y urgencias, un mensaje así cala hasta con las vitrinas rebosantes. Qué no será con Diego Alonso a los mandos…

Para cuando se desenmarañe el ovillo judicial, sea con las cautelares de hoy o algún día con alguno de los mil pleitos en curso, dejaremos el debate sobre la idoneidad de Del Nido Benavente para volver a ser presidente del Sevilla. Saldada sus cuentas con la justicia, por supuesto que puede ejercer ese cargo si se dan las circunstancias jurídicas. La pregunta es, ¿debe? En una sociedad normal, lo que quiera que eso signifique, la naturaleza de sus delitos lo inhabilitaría para administrar grandes cantidades de dinero ajeno. Pero estamos en España, amigos, el país al que Carles Puigdemont va a regresar en loor de multitudes, escoltado por la fuerza pública, tras haber defecado sobre la soberanía nacional y haberse limpiado con el Código Penal.   


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