El Real Betis dejó pasar una magnífica ocasión de salir con mucho oxígeno de San Sebastián ante una Real Sociedad, rival directo, muy tocada que se encontró con un triunfo que se fraguó claramente en la primera mitad, cuando el Betis mostró su peor cara, lamentable. Primera derrota de Merino como entrenador verdiblanco, novena jornada seguida sin ganar, ojito. Cuando el Betis, con los cambios, de jugadores y de actitud, se sobrepuso, ya fue tarde y además muy perjudicado por el árbitro, un tipo más casero que mis zapatillas de paño.
Juan Merino tenía en la cabeza un Betis muy parecido a los que armó ante Villarreal y Real Madrid, pero las ganas de acabar con la dinámica perdedora, el deseo de defender de forma agresiva y solidaria, todas las cosas (no tantas) que se habían mejorado con respecto a lo que venía ofreciendo el derrotado equipo de Pepe Mel, se quedaron en la caseta. Y este Betis, con una plantilla por debajo del límite mínimo en talento futbolístico y atlético, si no da el cien por cien, si no muere en el campo, es batible, muy batible, hasta por un equipo muerto como la Real Sociedad. El Betis salió replegado, muy replegado. Cometió el error tan común de tratar de suplir calidad con cantidad, pero allí no defendia con intensidad nadie. Petros y Ndiaye ni apretaban para nada a Illaramendi o Rubén Pardo ni sacaban una sola pelota con sentido, incluso la arriesgaban más de la cuenta y acrecentaban esa sensación de vulnerabilidad que se palpa sin tener que dar muchos más detalles. En definitiva, el Betis era un puñetero desastre que le regaló a la Real una renta clara en dos cabezazos defendidos de aquella manera por una defensa que es de lo peor de Primera y yo diría que sin nivel ni para la Segunda. Son muy malos, pero malos de verdad, pero por lo visto hay que esperar a no se sabe cuándo para gritarlo y pregonarlo a los cuatro vientos. Detenernos en más nombres propios sería incluso hiriente.
Merino, en el descanso, señaló a dos de los peores en el primer tiempo, Molinero y el joven Fabián, a los que limpió para meter a Joaquín y Ricky en un intento de tener más presencia atacante. Y lo consiguió. Retrasó a Cejudo, como lateral derecho, y pese a que la Real comenzó metiendo miedo, apareció su majestad el gol, que en el Betis se llama Rubén Castro, para lograr ese tanto que lo podía cambiar todo. Ricky, muy activo, le regaló el tanto al motivado Rubén, y el equipo empezó a creer. Era otro partido. La Real estaba cansada y asustada. El Betis, cada vez mejor, con un Ricky muy suelto que participaba con mucho acierto en las salidas cada vez más frecuentes del Betis. Es verdad que faltó que el balón estuviese en zonas más peligrosas para la Real, pero el Betis era mucho mejor entonces que su rival. Merino dio otro paso metiendo a Ceballos por Varela, renqueante. Los laterales eran Cejudo y Portillo. El Betis se desesperaba por el paso de los minutos sin premio y por la actuación del árbitro, muy pero que muy casero, descaradamente casero. Dejó de señalar varias faltas peligrosas cerca del área de la Real, se comió un penalti sobre Ceballos y además dio dos minutos de prolongación, cuando se había perdido el doble de tiempo sin ninguna duda. Ese tipo de arbitrajes que te dejan listo. Aunque peor fue lo que hizo el Betis en esa primera mitad que no se puede tolerar.
Real Sociedad (2): Rulli, Aritz, Elustondo (Zaldúa, minuto 46), Mikel González, Íñigo Martínez, Héctor, Illarramendi, Rubén Pardo (Bruma, minuto 74), Carlos Vela, Xabi Prieto, Oyarzábal (Markel Bergara, minuto 56) y Jonathas.
Real Betis (1): Adán, Molinero (Joaquín, minuto 46), Pezzella, Bruno, Varela (Dani Ceballos, minuto 71), Petros, N'Diaye, Portillo, Fabián (Van Wolfswinkel, minuto 46), Álvaro Cejudo y Rubén Castro.
Goles: 1-0, minuto 17: Xabi Prieto. 2-0, minuto 33: Íñigo Martínez. 2-1, minuto 50: Rubén Castro.
Árbitro: Prieto Iglesias, navarro. Amarillas para Molinero, Rubén Pardo, Joaquín y Portillo.
Rubén estuvo muy digno y volvió a marcar, pero el holandés dio muy buenos minutos de fútbol.
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