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Mateu es sólo un síntoma

La tregua
Lucas Haurie
Lucas Haurie
13/03/2017

La penúltima barrabasada de Mateu Lahoz se amontona con las vísperas de un partido que puede ser histórico, en tanto que puede llevar al Sevilla adonde no estuvo en los últimos 59 años; casi los mismos, pensarán los amantes de la cábala, que pasó intacto el palmarés del club entre la Copa del Generalísimo de 1948 y la de la UEFA de 2006. Aquella primera andadura europea de los sevillistas terminó de forma abrupta, con una derrota por 8-0 en el viejo Chamartín que entronca directamente con el partido perdido por el Betis: más de medio siglo después, casi todo ha cambiado en España excepto el mimo institucional que, desde todas las instancias de poder, se prodiga al Real Madrid. Se bromeaba cuando entonces con aquella cosa tan manida del “equipo del régimen” pero convendría matizar el número. Decir “de los regímenes” sería más exacto; del de ayer, del de hoy y también del de mañana.

En las ocho semanas transcurridas desde la visita copera del Sevilla a la liguera del Betis, Mateu ha perpetrado dos atracos en el Santiago Bernabéu que pudieran interpretarse como ojeriza hacia los clubes sevillanos, pero sería un error. “No es nada personal, son sólo negocios”. El Padrino, además de una excepcional película, desnuda el alma humana y esa frase dicha a quien se está a punto de mandar al otro barrio serviría para el árbitro valenciano que, en efecto, nada tiene contra sevillistas ni béticos: simplemente sabe que la progresión de su carrera depende de lo contento que estén ciertos clubes con sus actuaciones. Por sus ademanes de chulazo, diríase de él que es el rey de la selva con pito pero, en los grandes escenarios, se comporta como el más cobardica de los cervatillos y, en caso de duda, acude raudo en auxilio del poderoso.

La sociedad española, desde el Estado con todas sus ramificaciones hasta los pocos medios de comunicación que van quedando, ha creado a dos monstruos insaciables cuya voracidad sólo se calma, durante un ratito, con títulos. Así, buscan el alimento por el medio que sea: desde la evasión sistemática de impuestos hasta la modificación de la legislatura para facilitar sus fichajes, pasando por el asesinato civil de los árbitros que en alguna ocasión los perjudican. Lo vemos cada domingo en la Liga y entresemana cuando toca competición europea (lo del alemán del Barça-PSG fue…). El Sevilla peleará en Inglaterra por ser una de las seis comparsas en la aburridísima fiesta de los de siempre. El fútbol gusta porque se incrusta directamente en la esfera de los sentimientos, sin pasar por el raciocinio. De acuerdo pero, ¿no hay que ser un poco tonto para tomarse en serio este circo? Es que siempre nos toca ser el payaso de las bofetadas.


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