muchodeporte.com : Lucas Haurie

Rubén Castro maltrató al Valladolid

La tregua
Lucas Haurie
Lucas Haurie
08/03/2015

El día de la mujer bética celebraba el club en el partido contra el Valladolid, sinécdoque del Día de la Mujer a secas que se festeja el 8 de marzo según este nuevo santoral revisitado por lo civil. Debiéramos haberlo dejado simplemente en el día del Betis, ¿para qué meterse en honduras? Un día feliz porque las huestes de Pepe Mel asaltaron las plazas de ascenso directo gracias a Rubén Castro, artífice incuestionable de la victoria con tres goles más una asistencia y protagonista involuntario del último terremoto que ha sacudido a la entidad. Brilló el presunto maltratador de su exnovia y seguro verdugo del Valladolid en el día de la paradoja vivido ayer en el Benito Villamarín. Con el nombre de “Loli” en la camiseta. Su madre, que no hay más que una; a todas las demás se las encontró en la calle.

Cuando el crack ya había marcado el centésimo gol oficial con la camiseta del Betis, ese gol redondo tan esperado tras una pertinaz sequía e irritante atención a lo extradeportivo, se explayó hasta el hat-trick gracias a la aparición de su excompañero Javi Chica, que no ha perdido a orillas del Pisuerga esa costumbre suya de ofrecer lamentables mítines que adquirió en Heliópolis. Vio la segunda amarilla el lateral catalán, consecuencia lógica de su bajísimo nivel deportivo, lo despedía la grada entre atinados recordatorios a su limitada inteligencia futbolística (tal vez el tipo sea Einstein pero sobre el césped se comporta como un descerebrado) y no tuvo otra ocurrencia que revolverse en gestos de desprecio hacia la afición que tuvo la santa paciencia de soportarlo sin causarle mayores molestias. Nunca unos gritos de “tonto-tonto” estuvieron más justificados. Qué más da. El caso es que contra diez se movió el Betis a placer y ello lo aprovechó Rubén Castro para redondear su matinal de ensueño en vísperas de un duelo de máximo compromiso en Las Palmas. La tierra de doña Loli, madre que parió a Rubén Castro, presunto lo que sea pero segura estrella del ascenso que ya se vislumbra.

En el post-partido, reapareció la versión más lamentable del delantero. Que nada tiene que ver con sus presumibles pulsiones violentas, de las que según todos cuantos lo conocen carece, sino con sus evidentes problemas de expresión. De expresión, ejem, o de lo que precede a la expresión. Debería haber sido aleccionado antes de volver a meter la pata, caramba, pero tampoco sobra en el Betis personal con sentido de la anticipación (como empieza a percibir mi admirado presidente y como sabe de sobras mi dilecta Mercedes) ni en la defensa ni en los despachos. Por ejemplo, se suma el club a la patética feria buenista del 8-M, una ocurrencia del progre trasnochadísimo que respondía por Bosch Valero, y no lo hace bajo el morado de todas las reivindicaciones feministas sino con bufandas rosas, el color endeble y cursilón que identifica a la mujer en el imaginario más arcaicamente sexista. En fin, que colíderes. “The rest is silence” (Hamlet), o debería serlo.


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