El Ingeniero necesita más herramientas
La tregua
Lucas Haurie 18/01/2023 |
Un campeón nunca cede su corona. A un campeón como Dios manda, como es el Betis de Pellegrini, hay que arrancársela de la cabeza. Osasuna, que es uno de esos rivales con los que nadie quiere encontrarse, llegó con la (in)sana intención de destronar al vigente campeón de España y, en Heliópolis como en Riad (igual que en La Cartuja), el asunto se resolvió en lo que jamás fue una lotería: la tanda de penaltis. La eliminatoria fue equilibrada tirando por momentos a trepidante y la tenían los béticos agarradas por las solapas pero unos minutos finales fatídicos la mandaron a la prórroga merced a Sergio Herrera, que le paró un tiro cruzado a Borja Iglesias, y de la pérdida culposa de Loren facilitadora del empate.
El error del delantero marbellí y la mala onda de Claudio Bravo en las tres tandas de penaltis que ha dilucidado aquí con cero paradas (Musah mandó su tiro a las nubes) señalan la cortedad de efectivos fiables que tiene la plantilla bética en cuanto se apaga un poquito el fulgor de sus rutilantes estrellas. Para colmo, el resbalón de Guido Rodríguez en su disparo le puso a la cosa el estrambote tragicómico que rubricó una noche negra. Un montón de circunstancias, la más importante el crédito acumulado tras tantos buenos resultados, moverían a la indulgencia si no tuviésemos claro que la alta competición premia a los rebeldes y castiga a los buscadores de excusas.
La eliminación del campeón de Copa, pese a todos los atenuantes, siempre se debe catalogar como una decepción. Caer en casa contra Osasuna, que con todo el poso competitivo que le ha inculcado el admirable Jagoba Arrasate no deja de ser un inquilino de la zona media-baja de Primera (este año venido un pelín a más), debe tildarse sin matices de fracaso para un club que ya lleva dos años conviviendo con naturalidad entre la aristocracia del fútbol nacional. Las altas aspiraciones se construyen sobre una base de inconformismo en la derrota, que es el primer mandamiento del ideario de Manuel Pellegrini. Como ocurre desde el verano de 2020, el club entero debe adherirse a la ambición del chileno… al que le empiezan a faltar herramientas fiables para llevar a cabo su plan.
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