Disfruten del cabreo

La tregua

Lucas Haurie 19/08/2023

Se abrazaban los futbolistas del Sevilla sobre la yerba del Georgios Karaiskakis tras el gol de En-Nesyri con la efusividad que merecía la ocasión. Es muy posible que jamás el fútbol andaluz vuelva a vivir algo tan grandioso: sacudirle las solapas hasta el borde del derribo a uno de los mejores equipos de todos los tiempos en una final continental, ¿se les ocurre un momento más memorable? Mientras sus compañeros felicitaban al ariete marroquí, Gudelj se acercó a la banda para que un fisio le aplicase una pomada en el muslo y un hincha –en representación de ese sevillismo “enragé” que desayuna alcayatas migadas en aguarrás– se levantaba furioso a la espalda de la tribuna de prensa: “¿A ver quién coño juega ahora de central en Vitoria?”, bramó fuera de sí. El dilecto Fede Quintero lo escuchó igual que yo.

Decíamos en la anterior entrega, que la proverbial exigencia del Sánchez-Pizjuán corre el riesgo de degenerar en caricatura por, quizá, ese permanente postureo al que empujan estos tiempos urgentes o, tal vez, por separarse del carácter tendente a lo festivo del eterno rival. Sea como sea, esta querencia por la indignación se ha disparado este fin de semana con el fichaje de Orjan Nyland, el portero titular de Noruega desde hace tres años… y tal vez así se expliquen las desventuras de una selección con delanteros tan solventes como Haaland y Sorloth. O no. El caso es que se suceden los juicios sumarísimos del sustituto de Yassine Bono, a quien también se le dispensó su ración de mofas cuando llegó cedido desde Gerona por aquéllos que ponían velas para que Tomas Vaclik se recuperase antes de la fase final de la Europa League de Colonia.

El motivo para reclutar a Nyland es comprensible: el titular para José Luis Mendilibar es Marko Dmitrovic y, como suplente, el escandinavo es ideal por barato y por tener asumido ese rol. Si el serbio se lesiona, mal tiene que darse para que un tío de 32 años y con cerca de 50 internacionalidades no asegure una interinidad decente. Ofrece más garantías que un chaval, no sé, tipo Juan Soriano o Dani Martín. También es posible que el entrenador del Sevilla y el seleccionador noruego sean dos zoquetes, pero casi lo descartaría en el caso del primero –reventó consecutivamente hace unos meses a Ten Haag, Allegri y Mourinho, un palmarés conjunto de 47 títulos oficiales manejando presupuestos que quintuplicaban el suyo– y me permito dudar que don Stale Solbakken (tranquilos: lo he buscado el google) lo sea.

La inactividad reciente de Nyland tampoco debe ser un serio obstáculo para su rendimiento. Ha disputado el nórdico 48 partidos oficiales en las 4 últimas temporadas (29 con sus clubes y 19 con la selección), es decir, un promedio de 12 por curso. Andrés Palop llegó a Nervión tras haber jugado 54 en 5 campañas, lo que arroja un balance menor (10,8). Tampoco esto significa nada, lo sé, como el haber chupado banquillo no quiere decir necesariamente que el guardameta en cuestión sea un espantapájaros. Esta pareja de porteros del Sevilla me suena más a Andersen-Sara que a otra cosa, se lo confieso, pero a mi edad no van a pillarme en la trampa de desacreditar a un futbolista sin haberlo visto. Ya veremos si el chico es un fenómeno, poco probable, o un desastre… y es seguro que muchos sevillistas han adoptado como himno esa canción de El Kanka: “Espero que disfruten con mi sufrimiento; como lo disfruto yo”.