Nuestras Firmas: Lucas Haurie

Entre Lula y Bolsonaro

El tackle

Lucas Haurie
24/08/2023

¿Comparado con quién?, me preguntó mi amigo tras darme una soberana paliza al tenis, en los lejanos días en los que aún aguantábamos en pie un par de sets en la modalidad de single. Acababa de estrecharle la mano en la red y, como era la primera vez que jugábamos, le espeté un "qué bueno eres" que él respondió al galaico modo. ¿Comparado con quién? Y siguió: "Si me comparas contigo, soy bueno. Si me comparas con McEnroe, soy malísimo. En este deporte, todo depende de cómo de cabrona sea la bola que llega de enfrente". El amable lector, atribulado ciudadano español en este tiempo de trincheras y sectarismo, cree que vive en un país polarizado. Bueno, comparado con Brasil, vive en la Suecia de Olof Palme.

Getulio Vargas, el político de mayor talla de la historia brasileña, legó para la posteridad la cruel sentencia: “Brasil es el país del futuro –confirmaba aparentemente el pronóstico de Stefan Zweig, que se exilió y murió allí– … y siempre lo será”. Tres cuartos de siglo después, la gran república sudamericana continúa siendo una tierra desgarrada, convulsa e invivible, con una zanja enorme abierta entre las dos mitades de su sociedad. Los adversarios políticos son allí enemigos irreconciliables: Jair Bolsonaro metió en la cárcel durante su presidencia a Lula da Silva, que pretende ahora devolverle la gentileza. La guerra es sin cuartel y los rehenes pertenecen a cualquier ámbito de la sociedad, futbolistas incluidos.

El extremo bético Luiz Henrique cometió una terrible estupidez forzando una tarjeta por el Villarreal. O, más bien, alguien de un entorno tóxico lo empujó a cometerla para embolsarse una cantidad de dólares de absoluta irrelevancia en la economía de una estrella emergente del deporte profesional. La Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) de la Manipulación en el Fútbol, impulsada por una cámara de diputados donde mantiene la mayoría el opositor Partido Liberal, lo ha citado a declarar después de que el seleccionador nacional lo apartase del plantel que disputará el Preolímpico por sospecha de amaño en concomitancia con apostantes. Pocas posturas menos ventajosas que la de cabeza de turco en una refriega política.

La sanción a Luiz Henrique, que no será inminente, corre el riesgo de ser dura. Pero lo que preocupa hoy al Betis no es eso, sino la devaluación de uno de sus activos más evidentes en plena recta final de mercado, que para colmo ha venido a sumarse a una inoportuna lesión. Por ello, los emisarios del club y los agentes del talentoso extremo lo agitan frente al Zenit de San Petersburgo, que conserva su buena salud económica pese a la guerra y donde podrá sortear cualquier problema legal, ya que hoy Rusia vive al margen del sistema punitivo del deporte global. La otra opción es quedarse con Luiz Henrique, que juega como los ángeles, y apechugar con lo que venga desde Brasilia. Entonces, habría que vender a Guido o a William o a Luiz Felipe o a los tres.

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