El entorno son dos
La tregua
Lucas Haurie 18/12/2016 |
El Betis perdió el viernes en Mendizorroza, donde chirrió la clamorosa ausencia de su dúo directivo. Don Haruel y su fiel escudero, Catalanza, prefirieron entregarse al ágape navideño: tocaba pelotear a Juan Espadas, quien deberá ahorrarles en unas semanas el trago de tener que apoquinar unos cientos de miles de euros por la aventura del baloncesto. Porque una cosa es hacerse la foto estival de los salvadores y otra muy distinta es cargar las facturas invernales al beticismo reticente o a Energía Plus, la “tonta” que suplió a Farusa en su falaz memez porque, como sabemos al menos desde Roa Bastos, todos los caudillos se parecen, hayan nacido en Paraguay o en El Fontanal o en Villaverde del Río. Cantaban eufóricos, cuentan, sin ahorrarle al alcalde siquiera ese momento supremo de alipori que siempre es el tremolar de servilletas. Celebraban de antemano, tal vez, el papelito del equipo en Vitoria porque si algo ha demostrado esta casta dirigente y su entorno (ah, apareció el entorno) es que lo deportivo, sobre serle un perfecto desconocido, les importa un bledo. “Hoy es un día especial –declaman–. Juega el Real Betis”. Pero en vez de irse a ver el partido, encargan al alto ejecutivo experto en la industria de la pornografía que les monte una cuchipanda beoda.
Seis años hace ya que esta horda, amparada por una judicatura y una política tristemente hispánicas, tomó al asalto el palco del Benito Villamarín. Gobiernan sin oposición un club rico, tanto en dinero como en penetración social, al que no han sabido sacar del desolador pozo de la mediocridad. Los danzarines achispados que agasajaron a Espadas han colocado a cinco presidentes (Gordillo, Guillén, Domínguez Platas, Ollero y Haro); han operado nueve cambios de entrenador (Mel, Garrido, Calderón, Velázquez, Merino, Mel otra vez, de nuevo Merino, Poyet y Víctor); han fracasado junto a cinco directores deportivos (Stosic, Chuti Molina, Alexis, Maciá y Torrecilla); le han regalado un sueldo a cuatro directores generales inoperantes (Funes, Pozas, Martínez Feria y Alarcón); han hecho desfilar a tres responsables de la cantera (José Antonio Gordillo, Fradua y Pedro Buenaventura); han sentado en el palco a casi treinta directivos inanes y han cerrado más de 80 fichajes, a la inmensa mayoría de los cuales cabría aplicar el verbo “perpetrar” sólo bajo un criterio deportivo, sin siquiera detenerse a escrutar quiénes y cuánto se han enriquecido de manera ilegítima en según qué operaciones.
Con semejante hoja de servicios, piden la confianza de los béticos con el argumento de que la alternativa es peor. Pero, ¿cabe ser peor? Si José María del Nido y Cristóbal Soria dirigiesen cierto despacho de abogados familiar, no se habrían atrevido a hacerle tanto daño al Betis… ni habrían hecho tan felices a los sevillistas.
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