La cita del fraile
La tregua
Lucas Haurie 24/05/2018 |
Fue un mallorquín apellidado Serra i Ferrer, bautizado como Miguel José pero conocido universalmente como Fray Junípero, quien encomendó a su amigo Palou la fundación de las misiones de San Francisco y Santa Clara de Asís, que con el tiempo se convertiría en una de las más prósperas ciudades de los Estados Unidos. Santo venerado por la Iglesia Católica desde su canonización en 2015, su estatua figura en el Capitolio de Washington desde mucho antes, a propuesta del estado de California. Se conoce que a estos conquistadores baleares les suele ir mejor lejos de sus islas, o al menos a la estirpe con los citados apellidos que hoy encarna don Lorenzo.
Rafael Benson, bético de pro, cita con retranca al factótum verdiblanco porque lo hace con carácter retroactivo. La historiadora Carmen Sanz pronunciaba el martes una interesante conferencia en Sevilla en la que fijaba las dos fronteras de su profesión tras la cual habitan la chapuza o, por usar un término en boga, la posverdad: la mentira, eso lo entiende cualquiera, y la cronología. Benson, sin embargo, empleaba el artificio de sacar un hecho de contexto para, como explicó Sanz, “trasplantarlo a una maceta y presentarlo aislado”. Así, la cita de Serra Ferrer en su homilía a los fieles verdiblancos que habitaban en las orillas del Camino Real, o tal vez fuera a los que miraban extasiados ese grial llamado Copa del Rey: “El Betis será lo que quiera su presidente”.
¿Acaso dijo alguna vez eso Serra Ferrer, de nombre Lorenzo? Se refería sin duda a la voluntad de Don Haruel, dirigente providencial que está “muriendo por el Betis”, de poner su patrimonio al servicio de la causa balompédica. O puede que, preocupado, se refiriese a otro dirigente en el que sospecha demasiado afán crematístico en su aproximación al club y que practica sin vergüenza el principio caja única, cuando mezcla impúdicamente en nombre de la entidad con el de sus compañías: Betis Encadesa Plus, Real Farusa Prodiel Balompié de Bolivia… Total, el terrible castigo previsto para quien perpetre dicha práctica es un beso en los morros en un despacho una tarde julio más quince millones de euros. “El Betis será lo que quiera su presidente”, en efecto y como se teme Serra: un vehículo para la promoción personal de un jefe que siente celos hacia él.
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