Moscú dijo "a por él" y en Vallecas se oyó "guau"
La tregua
Lucas Haurie 28/05/2019 |
El único pecado que se puede reprochar al personaje público Roman Viacheslávovich Zozulia es su escaso nivel futbolístico y eso refirieron, con un tono más o menos acerado, casi todos cuantos lo vieron mientras se desempeñó como jugador del Betis. En enero de 2017, fue acordada su cesión al Rayo, un equipo de inferior categoría en el que quizá mostrase las cualidades que en absoluto lucieron en Primera. En un clima de linchamiento salvaje, auspiciado por la práctica totalidad de los medios de comunicación nacionales y perpetrado una banda delincuencial asquerosa, el club madrileño tuvo que renunciar a la contratación del delantero. Uno, en su modesto ejercicio de la libertad individual, se alegra de que una entidad cobarde que se deja manejar así por sus gangs ultras haya regresado al pudridero de la Segunda del que, Yahvé lo quiera, espera que tarde mucho tiempo en salir.
El ciudadano ucraniano Roman Viacheslávovich Zozulia no es ajeno, ¿cómo podría serlo?, a la guerra civil que padece su país. (Una guerra civil de verdad, que se desarrolla en este momento con muertos, heridos y desplazados, no ésa que concluyó aquí hace ochenta años y que los más indeseables de nuestros compatriotas sueñan con reeditar a diario.) Con una síntesis muy resumida podría explicarse que el jugador ha tomado partido por el gobierno nacionalista de Kiev frente a los separatistas prorrusos del Donbáss. Vale, la cosa es bastante más compleja, pero no es éste lugar para extenderse. Otrosí, ¿qué tienen que ver con esto los hinchas radicales del Rayo? Sencillo: son el brazo armado –literalmente– del partido liderado por el vallecano Pablo Iglesias, financiado generosamente por los regímenes de Venezuela e Irán, dos de las terminales geopolíticas del Kremlin. A la voz de ¡ar!, los esbirros del líder de Podemos acosaron e insultaron a un adversario del amo Vladimir. “Guau guau”, se escucha en modestos pisos y lujosos chalés cuando Putin les hace olisquear la camisa sudada de un enemigo de “la gente” y promete un hueso a quien le muerda los tobillos.
Roman Viacheslávovich Zozulia, futbolista profesional del Albacete, Alá quiera que ascienda, y ciudadano ucraniano ha anunciado la interposición de una demanda contra Pablo Iglesias (guau guau) porque, no contento con haberlo puesto con enorme riesgo para su integridad física y hasta el punto de impedirle trabajar, se permitió llamarlo “neonazi” (huesecito para el mastín desde Moscú) en una entrevista recientemente concedida al diario Marca. La permanente coyunda del demandado con buena parte de la judicatura española nos hace temer lo peor. Pero ojalá suba el Albacete, o sea, y le vaya muy bien a este mal delantero.
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