Don Haruel y las migajas
La tregua
Lucas Haurie 09/06/2019 |
Lo que era una vulgar historia de celos, o más bien el pataleo de un niño mimado a cuyos caprichos nadie jamás puso límites, se convirtió en enero en un problema más tangible y fue justamente en México, la patria de Molotov, esa banda de rock que hace ya dos decenios criticaba “a esa gente que le gustan las migajas”. La corrupción en aquel país recibe el nombre de “mordida”, ya que es una práctica generalizada, un proceder sistémico del que todo el mundo debe comer: langosta el rico y frijoles el pobre, pero no puede quedarse nadie sin llevarse un bocado al buche.
“El Betis ahora, por fin, un negocio”. ¡Suena a “Ahora Betis ahora”! Así tituló el expresidente Juan Carlos Ollero una tribuna publicada en Diario de Sevilla en otoño de 2016, donde anticipaba con precisión quirúrgica la apropiación del club por parte de Don Haruel –este copyright sí es de Muchodeporte– y sus untuosos lacayos, si bien no imaginaba, ni él ni nadie, que la tentación de venalidad no iba a circunscribirse al reparto de canonjías entre amigos y recogimiento de parientes más o menos tontos, pero ninguno muy espabilado. No, pues la parte del león está en las “migajas” de Molotov, esos cantantes de México, un país al que a veces es necesario transferir ciertas cantidades. Ah, el control de los fichajes: un pastel demasiado suculento como para que se resista a catarlo quien comienza todas las conversaciones aludiendo a su cuenta corriente y las cierra presumiendo de caja de caudales ahíta. Qué feo maridan, aunque rimen, codicia con estulticia.
De modo que, tras comprarse un par de periódicos y alquilar a media docena de periodistas, ya puede Don Haruel poner a su fiel escudero, Catalanza, al frente del departamento de recursos humanos, que en cualquier empresa se compone de grises burócratas pero que en el fútbol queda en manos de negociadores aviesos, pues deben lidiar con toda suerte de avispados comisionistas. ¡Recolectores de migajas! Para confeccionar una plantilla, ¿es más confiable don Lorenzo o Josemi? Se susurran las peores cosas de Serra Ferrer, algunas de las cuales serán hasta verdad y, si cuentan con el pertinente respaldo documental, pueden servirles para mantener a su lado al mito, que no tiene vocación de florero pero tampoco de mártir. Y sí: es lugar común aceptado que en el Betis se libra una batalla por el poder de la que por ahora salen vencedores los consejeros delegados. Esto es casi cierto, valga el adverbio para matizar que la guerra es por la pasta.
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