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Hacer lo mismo y esperar que pase algo distinto

La tregua
Lucas Haurie
Lucas Haurie
23/11/2020

Sin discusión posible, lo más positivo que se trajo el Betis de Bilbao fue el marcador, un 4-0 que, al cabo, es bastante decoroso en comparación con lo que podría haber sido: venirse un saco con seis, siete o los goles que hubiese tenido a bien marcar una versión algo mejor de este flojo Athletic. Se emplea a menudo la expresión “defensa de verbena”, que se queda corta en este caso porque unas guirnaldas multicolores colgadas del travesaño y un cuarteto de viento tocando Paquito Chocolatero mientras hace pasacalles alrededor del punto de penalti habrían obstaculizado a los atacantes vascos más de lo que lo hicieron Ruiz, Moreno y compañeros mártires.

Manuel Pellegrini, abúlico e inoperante en el banquillo durante la goleada, sigue siendo el mejor activo de esta sociedad anónima deportiva cuyos dirigentes tomaron este verano “la decisión estratégica de retener el talento”. Ja. Y a este entrenador le han firmado tres años que están blindados no sólo por la incapacidad de la superioridad para reclutar a alguien capaz sino, encima, por una tesorería raquítica para la que toda indemnización resolutoria es una quimera. No es posible echarlo y bien está, porque esta gente, sin la asesoría de Serra Ferrer, terminaría contratando a una cabra y haciéndola pasar por la reencarnación de Bill Shankly. Rostro de cemento, a ellos y a sus vates, les sobra para eso.

La rémora novedosa de este Betis 20/21, añadidura del lastre H&C que lo demolió en el curso 19/20, se llama Antonio Cordón, cuyos primeros meses en Sevilla lo han mostrado como un personaje altanero y mentiroso. Sería lo de menos, porque gente peor ha triunfado en el fútbol, si hiciese su trabajo de manera competente o sencillamente si hiciese su trabajo. Pero es que el andoba se ha mostrado incapaz de colocar a todo el material sobrante de un plantel que, por ende, no ha podido reforzar (¿…?) más que con carne de suplencia la que estaba acreditada como una de las peores zagas de Primera. La definición canónica de estupidez es repetir operaciones y esperar distintos resultados. ¿Cuántos goles menos pretendían encajar con Emerson, Mandi, Bartra, Sidnei y Álex Moreno como defensores titularísimos? Pues eso.


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