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Martín Montoya como epítome

La tregua
Lucas Haurie
Lucas Haurie
22/08/2021

En el fútbol, ¿qué es por cordonismo? El DRAE, que para un periodista sigue siendo la más fabulosa de las lecturas, define epítome como “resumen o compendio de una obra extensa, que expone lo fundamental o más preciso de la materia tratada en ella”, y abunda luego en una segunda acepción: “Resumen de un discurso extenso en unas pocas palabras finales”. Dos palabras, en concreto, servirían entonces para definir las tres campañas de fichajes, entre estivales e invernales, que Antonio Cordón lleva perpetradas en el Betis: Martín y Montoya. La segunda etapa del lateral catalán en Heliópolis es una sucesión de despropósitos que retrata al natural a un director deportivo.

Pese a que había tenido un paso anodino y fugaz por el Betis en 2016 –lo que vendría a ser el ejemplo de libro de “sin pena ni gloria” –, por Martín Montoya pagó Cordón un millón de euros al Brighton para convertirlo en su primer fichaje bético y, peor, le firmó un contrato para cuatro temporadas. Apenas alborea la segunda, sin embargo, cuando hasta el más acérrimo de los cordonistas tiembla con genuino espanto cada vez que el lateral se asoma al césped. Ido Emerson, Youssouf Sabaly fue reclutado con urgencia para que no variase su estatus de suplente pertinaz y en cuanto el senegalés se ha lesionado, Pellegrini ha salido en tromba para rogar que le eviten seguir alineando a un Montoya que ha salido malparado de las dos primeras jornadas. ¡Pero si el visionario Cordón trajo hace trece meses a un lateral derecho para un cuatrienio!  

El retorno de Martín Montoya fue una operación que suscitó extrañeza por lo que desprendía de carencia de audacia e imaginación, dos recursos de los que debe hacer gala un buen director deportivo. Se apostaba por lo conocido, que puede valer, pero no por un conocido glorioso al estilo de Joaquín o Banega –por mencionar dos operaciones de “hijo pródigo” de contrastado éxito–, sino que se repescaba a un futbolista del montón, como si hubiese temor o pereza en prospectar el mercado a calzón quitado. Algo parecido dimana del fichaje de Germán Pezzella, aunque existan esta vez notables (¡tranquilizadoras!) diferencias a favor del argentino y de quien lo ha traído de vuelta, ya que regresa un jugador que ha crecido desde que se fue, no alguien reducido al anonimato. Sea como sea, seguimos esperando Antonio Cordón porque hasta ahora… 


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