El reto de Serra

Zona mixta

Algunos bailaban sevillanas. Los mismos que entonces idolatraban a Lopera y ahora danzan sin pudor alrededor de Haro y Catalán. Joaquín estaba por allí. Con su eterna sonrisa, dando abrazos a todo el que se lo demandaba. Un genio. En un vagón, Lopera estaba con la Copa del Rey y se hacía fotos con algunos elegidos como muestra de su gran triunfo. Entonces, de repente, rompiendo la magia del momento, los enviados especiales se pusieron a hacer su trabajo. Lorenzo Serra Ferrer se puso ante las libretas y los micrófonos. El Betis acababa de ganar su segunda Copa del Rey. Junio de 2005. Ave de vuelta. La pregunta cayó como una bomba. “Bueno, Lorenzo, y ahora, ¿qué?” “El Betis será lo que quiera su presidente”, contestó el balear sin mover el bigote que entonces tenía. La respuesta abrió el primer cisma entre Lopera y Serra justo después del éxito de ese curso, donde el Betis ganó la Copa y se metió en la Liga de Campeones (sí, aunque Setién no lo crea, el Betis hizo muchas cosas importantes antes que él).

Serra ejerció de director deportivo y entrenador después de esa temporada maravillosa. A pesar de su poder en el club, probablemente no pudo confeccionar la mejor plantilla para pelear en tres frentes y en un contexto de mucha exigencia. El Betis reventó y se salvó de milagro ese 2006.

Ahora es distinto. Serra es el dueño absoluto de la entidad en lo deportivo. Haro y Catalán, hartos de ir de fracaso en fracaso, le dieron las llaves del club y el Betis ha realizado una magnífica temporada. Llegados a este punto, el reto que tiene Serra es mayúsculo. Se trata, nada más y nada menos, de confeccionar un segundo proyecto que consolide al Betis en las alturas del fútbol español y le permita pelear con solvencia en todos los frentes en los que compita.

No sé cuál será el modelo para lograr un Betis grande. Creo que la única fórmula viable es la que ha explotado con tanto éxito el Sevilla, rival que, ahora, curiosamente, también debe plantearse un giro en su camino. El Betis debe vender sin miedo, comprar barato y bien y generar plusvalías para seguir creciendo. Pienso, además, que el impulso de los jugadores de la cantera debe ser importante. También es cierto que el modelo triunfó con un genio como Monchi al frente y un club que hizo de la exigencia un atributo constante. Ojalá Serra se convierta en el Monchi del Betis y triunfe en el club heliopolitano la cultura de la exigencia. Todo, para que este fantástico año tenga continuidad en el futuro. No es fácil, sin duda, pero ahí está el mayúsculo reto de Serra.